Visión CR

Con polvos que brillan, científica le sigue el vuelo a los mosquitos transmisores de enfermedades

Apasionada de la naturaleza, los mosquitos y la epidemiología. Así es la Dra. Diana Rojas Araya, científica de la Facultad de Microbiología de la Universidad de Costa Rica (UCR), quien en Estados Unidos lideró el desarrollo de un prometedor prototipo de trampa automática para mosquitos silvestres transmisores de enfermedades.

¿Su objetivo? Apoyar la investigación que el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), de los Estados Unidos, ya venía desarrollando para estudiar cómo los mosquitos se dispersan en el ambiente y, con ellos, algunos patógenos que potencialmente enferman a los seres humanos.

¿Uno de los más conocidos? El Aedes aegypti, transmisor del virus del dengue y que anualmente genera entre 100 000 000 a 400 000 000 de infecciones alrededor del mundo, según la OMS.

Con un talento e ingenio llevado al límite de manera destacada, la Dra. Rojas efectuó todos sus análisis en la reconocida Universidad de Florida, lugar donde realizó su doctorado. La complejidad del método fue tal que el mismo Dr. César Rodríguez Sánchez, director del Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET-UCR), denominó los experimentos como “reveladores”.

Lo mismo señaló el Dr. Ólger Calderón Arguedas, del CIET-UCR, quien describió el aporte como “deslumbrante”. Estas palabras no son para menos. El trabajo liderado por la Dra. Rojas, de la mano con otros tres científicos internacionales, superó el requerimiento inicial de desarrollar un dispositivo automático de marcaje y detección de mosquitos.

La tica generó una propuesta de trampa que hacía no solo las dos funciones solicitadas, sino tres al mismo tiempo: capturar, señalar y liberar a estos minúsculos insectos sin la intervención humana.

Además, contestó varias interrogantes que llevaban décadas sin respaldo científico sobre el efecto de los polvos fluorescentes, utilizados para marcar a los insectos, en la vida de un mosquito tan importante como el Aedes aegypti.

Su trabajo fue tan sobresaliente, que uno de los artículos generados de la investigación se publicó y posicionó como tema destacado en la portada en la prestigiosa revista científica internacional llamada Insects.

“Lo innovador de este dispositivo es su potencial uso en un sinfín de aplicaciones. Quienes trabajamos con mosquitos sabemos que requerimos de las trampas para responder múltiples preguntas científicas, así como de los estudios de marcaje, liberación y recaptura. Estos estudios son básicos para conocer múltiples aspectos de la biología de los mosquitos y otros tipos de preguntas relacionadas con la trasmisión de patógenos en el ambiente. Por lo tanto, este tipo de trampas son realmente necesarias porque nos ayudan. Por ejemplo, estudiar un patrón de dispersión más natural y con el comportamiento estacional”, señaló la Dra. Rojas.

Al conocer la biología de los mosquitos, las capacidades de dispersión y la dinámica poblacional, los gobiernos obtienen información necesaria sobre los ciclos de transmisión de diferentes enfermedades. De esa forma, pueden robustecer sus esfuerzos de control y optimizar las decisiones de salud pública en beneficio de la población.

¿El gran aliado de la Dra. Rojas detrás de todo esto? Los polvos fluorescentes, unas partículas con la capacidad de brillar y que se utilizaron para marcar a los mosquitos.

La propuesta de la trampa era atraer de forma ágil y sencilla a los insectos. Cuando estos entraban, pasaban a otra recámara para ser fotografiados. Luego, se les aplicaban los polvos fluorescentes y, por último, eran liberados al ambiente.

La meta era que después de un tiempo se les volviese a capturar y la marca con polvos fluorescentes sirviera para identificarlos y, de esa forma, recrear sus movimientos y dispersión basados en un comportamiento real, medible y respaldado.

“Parte de los aportes con el estudio es evitar el uso de mosquitos criados en el laboratorio. También, reducir los sesgos asociados a metodologías usuales de marcaje-liberación-recaptura, como la liberación masiva de muchos mosquitos desde un sólo punto. Y, el más importante de todos, reducir la intervención humana de capturar o criar, marcar y soltar mosquitos”, destacó la científica.

La elección sobre el tipo de polvos constituyó un aporte fundamental al mundo de la ciencia, pues su escogencia fue resultado de una ardua investigación científica que nunca antes se había hecho.

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