No conozco al nuevo presidente de RECOPE, la empresa pública en sociedad anónima cuyas acciones son propiedad del Consejo de Gobierno por la vía de la ley 6588.
Me llamó la atención sin embargo que en reciente entrevista dijo que él se dedicaría a cumplir con la misión que tiene nuestra refinadora que no refina, cual es:
“asegurar el abastecimiento de combustibles, que representan el 66% de la demanda energética nacional. Esta labor se realiza de manera ininterrumpida y comprende la logística de importación, procesamiento, almacenamiento, distribución y ventas a granel de los combustibles, asfaltos y naftas; además, proporciona el servicio de abastecimiento a las aeronaves en todos los aeropuertos del país”.
Desde una perspectiva práctica tiene razón el señor presidente de RECOPE: la ley es la ley, hay que cumplir con ella. Y él agregó en la entrevista que dependía de cambios en la ley el que él variara su posición.
Él tiene razón como ya dije…hasta cierto punto. El vital componente energético de nuestra actividad socio económica es uno cuyas variables van cambiando a través del tiempo por transformaciones que se dan tanto a nivel de oferta como de demanda. Eso hace necesario que RECOPE se atreva a proponer al gobierno y al Congreso los cambios de enfoque y consecuentemente legales que garanticen el cumplimiento de su función toral.
No es necesario explicar aquí cómo el mercado energético se está transformando y así mismo el serio problema de que los hidrocarburos abastezcan un 66% de nuestra matriz energética. Lo importante es que estemos conscientes de la evolución que en el mundo apunta hacia un abastecimiento energético más económico y mucho menos contaminante, algo a lo que Costa Rica no puede ser ajeno y menos RECOPE.
La conveniencia de ahorrary de depender hasta donde seapráctico de energéticos de proveniencia nacional para disminuir la presión sobre el tipo de cambio es un tema que no merece mayor debate.
¿De qué estamos hablando entonces? Estamos hablando de la necesidad de desarrollar y modificar periódicamente según corresponda, una visión estratégica que asegure el que RECOPE cumpla sus funciones de la manera más efectiva posible. Una visión estratégica es una a largo plazo, de estado, que trascienda el gobierno de turno. Se fundamenta en una política que como tal conlleva un objetivo superior con sus metas, así como de limitaciones fundamentadas legalmente, que enmarquen la implementación de la política. De allí emana la estrategia que no es otra cosa que la forma en que se organizan los recursos humanos, materiales, científicos y tecnológicos en el tiempo y espacio para cumplir con el objetivo.
En el caso de una actividad estatal en el marco de nuestro ordenamiento jurídico, RECOPE debe recibir la guía política que emana de la Presidencia de la República de la que es parte el Consejo de Gobierno, en la forma de directrices que le llegan para su implementación o justificada negativa a ejecutarse, por la vía de quien ejerza el cargo de ministro responsable del sector energético, en el caso nuestro quien lo ejerza en el MINAE. Tengo la esperanza de que una persona tan capaz, preparada y experimentada como el actual ministro, estará en condiciones de asumir ambas alas de su cartera, la ambiental y la energética, con el equilibrio requerido.
Confío en que conforme se vaya asentando el Señor Presidente de RECOPE, liderará una dinámica como la que el país necesita de cara al futuro. RECOPE y el sector energético en general y coordinadamente, tienen que ser capaces de asumir lo táctico al mismo tiempo que lo estratégico y que éste en el futuro condicione lo primero (lo táctico). Esa es la diferencia entre administrar, que es cuidar lo que está sin promover cambios y gestionar, que incluye cuidar lo que ya hay pero ir mucho más allá, visualizando y promoviendo las transformaciones requeridas.
La Terminal Pacífico. Ilustro el punto anterior, toral en este artículo, refiriéndome a la necesidad de analizar a fondo la conveniencia de desarrollar infraestructura en el Pacífico, Puntarenas/Caldera en este caso, que reduzca el riesgo de depender todo el país de un punto de abastecimiento en el Atlántico, sujeto a la acción de un terremoto, un huracán, una huelga, etc., que deje al país sin el abastecimiento de gasolinas, diésel y el GLP que requiere. En Nueva Orleans no pensaron en adecuar el sistema de diques a las realidades del cambio climático hasta que se presentó Katrina y los puso a todos en autos de que se habían dormido.
Se dice que la TP costaría unos 220 millones de dólares de EEUU, suma que puede parecer muy grande. Sin embargo, cuando analizamos el impacto positivo de la TP en un mundo que no eliminará el consumo de hidrocarburos por décadas, así como lo que significa su costo en un país con un PIB de 65 millardos de US$ y específicamente para RECOPE, la empresa que más plata mueve en Centroamérica, nos damos cuenta de que a veces perdemos la perspectiva y nos quedamos en lo “pequeñitico”, sin analizar a fondo la relación costo/beneficio. Este es un tema propio y central en una gestión enfocada en la misión y con una visión estratégica de gran calado.
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