Visión CR

Urge mayor liderazgo espiritual

“Por la mañana siembra tu simiente y a la tarde no retires tu mano; porque no sabes cuál ha de prosperar, si esto o aquello; o si ambas cosas serán juntamente buenas” (Eclesiastés 11: 6-10)

Un día como hoy, el pasado año 2021, en medio de la racha más dura de la crisis por los estragos del Covid 19, la Acción Católica Internacional invitó a todos los ciudadanos del mundo a dedicar – a partir de las 13 horas- un minuto por la paz, cada uno según su propia tradición religiosa. Pedían además plegarias especiales por Myanmar y Tierra Santa.

Amenazados por las circunstancias bélicas que enfrentaban algunas regiones del mundo y por las incontables pérdidas de vidas debido a la pandemia, líderes espirituales de gran cantidad de naciones hicieron eco de esa solicitud.

Un año ha pasado; la pandemia aún persiste y la guerra entre Rusia y Ucrania nos evidencia la incapacidad de seres humanos que ostentan el poder, de comprender e inclinar su cabeza frente a las tragedias humanas y de contribuir efectivamente con la paz mundial. Pasado el impacto inicial de las malas noticias, se vuelve costumbre mirar hacia otro lado.

Esta semana, ante la masacre que enlutó la iglesia de San Francisco de Owe, en Nigeria, perpetrada por desconocidos que irrumpieron en la Festividad de Pentecostés, el Papa Francisco ha vuelto a pedir oración y fortaleza a sacerdotes y laicos. Y por supuesto, que salgan al encuentro de los necesitados…

Con raras excepciones, en templos e iglesias de distintas denominaciones religiosas, los mensajes no penetran los corazones de quienes aún buscan en esos lugares, asidero moral para seguir en la lucha cotidiana por la supervivencia personal y familiar. Las intervenciones de los líderes y pastores religiosos, a veces tibias y en ocasiones monótonas, no sacuden el espíritu de quienes los escuchan. Y en muchos casos, algunas de esas casas de oración y reflexión, mantienen las puertas cerradas durante largos espacios de tiempo, aduciendo problemas de inseguridad o carencia de personal. Situaciones que a todas luces afectan a aquellos que acuden a esos sitios en busca de alternativas y guía para acometer sus acongojantes circunstancias.

En tiempos de crisis: moral, económica, familiar y nacional, es deber sagrado de quienes dicen representar al Ser Supremo, al Universo o al Poder Natural-como deseen llamarlo- multiplicar esfuerzos por atender las necesidades interiores y saciar el hambre de seres humanos abatidos por la ignorancia, la ausencia de espiritualidad, el morbo, el materialismo exacerbado, la violencia o el libertinaje, entre otras cosas que debilitan y corrompen a la Humanidad.

Los líderes religiosos deben unirse y trabajar a través de la acción y la palabra, de manera congruente, humilde y sincera, para coadyuvar con los esfuerzos mundiales de quienes despiertos ante la realidad de sus países, luchan por contrarrestar los efectos devastadores de las crisis. Y, sobre todo, defender la justicia social, la democracia y la paz sin miedo a perder sus cómodas posturas ambivalentes.

“Nada te puede dañar tanto como tus propios pensamientos sin vigilancia.” (Buda)

“Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz” (Juan Pablo II)

“Un pequeño grupo de espíritus determinados, inspirados por una fe inextinguible en su misión, puede alterar el curso de la historia” (Gandhi)

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