Visión CR

Guillermo Salazar Roldán: un héroe sin monumento

Adriana Núñez, periodista VISION CR

Don Guillermo Salazar Roldán era uno de esos costarricenses de bien, que contribuyeron con su trabajo honesto y su humanismo a forjar las bases de la Segunda República.

Nacido en San José el 3 de enero de 1924, aún muy joven luchó en la Revolución de 1948 al lado de Frank Marshall y de otros ciudadanos preocupados por la corrupción en torno a los procesos electorales del país. Ese mismo año, tras el triunfo de la causa, gracias al apoyo de don José Figueres Ferrer (Don Pepe), viajó a los Estados Unidos con el propósito de estudiar en Fort Leavenworth Staff College, en el estado de Kansas, donde conoció a quien poco después sería su esposa.

De regreso al país ocupó varios puestos de servicio público en la administración de Otilio Ulate y llegó a ser el director de la Guardia Civil en el primer período constitucional de Don Pepe (1953-1958). Apreciado por su ecuanimidad, sencillez y capacidades, en la posterior administración de Mario Echandi (1958-1962) en compañía de su esposa e hijos, se desempeñó como Embajador de Costa Rica en Cuba durante los años 1959 y 1960, época en la que se produjo el triunfo de la revolución cubana, por lo que -en función de su alto cargo- mantuvo contacto tanto con Fulgencio Batista como con Fidel Castro.

Pero ya para setiembre de 1961, debido a las constantes violaciones de los derechos humanos a manos de la tiranía de Castro y los centenares de fusilamientos, nuestra nación decidió romper relaciones diplomáticas con Cuba.

Regresó don Guillermo a Costa Rica, no sin antes haber dado asilo a varios cubanos acosados por la dictadura de Fidel Castro que ya mostraba sus sanguinarias garras. Entre ellos se contaba el periodista Orlando Núñez Pérez, quien producía en Cuba un programa de televisión donde emitía opiniones sobre la situación de la isla y desde el cual defendía las ideas que compartían muchos otros como él, que decididamente se inclinaban por buscar una salida pacífica y democrática a la crisis política del país caribeño.

Milicianos de la dictadura de Fidel Castro rodean la sede de la Embajada de Costa Rica en La Habana en 1960, donde permanecían asilados varios cubanos opositores al sangriento régimen, entre ellos el periodista Orlando Núñez (Foto cortesía Ginny Salazar Le Blanc)

Con Núñez Pérez, el embajador costarricense tuvo la enorme deferencia -y el gran arrojo- de escoltarlo personalmente hacia tierra tica, ya que, perseguido insistentemente por los milicianos, había sido en ausencia, condenado a muerte por oponerse a Castro.

El periodista cubano, gracias a la ayuda de un sacerdote del convento de los franciscanos donde se escondió durante un tiempo para evadir a sus captores, como último recurso había ingresado a la sede diplomática costarricense en La Habana, donde se había acogido a la generosa protección que le brindaron. Allí permaneció durante varias semanas, compartiendo con don Guillermo y su familia.

Y una madrugada, oculto en el vehículo diplomático y amparado luego por el firme brazo del embajador Salazar Roldán, dejaron la sede diplomática y se encaminaron raudos a abordar un vuelo hacia el aeropuerto El Coco, donde tras largas horas de angustia, llegaron sanos y salvos.

“Mientras Ud. no se separe de mí, nadie podrá tocarlo porque yo represento al territorio libre de Costa Rica.” Con esas palabras, dichas con vehemencia y valentía, don Guillermo le infundió tranquilidad al periodista, quien llegó a San José únicamente con la ropa que traía puesta.

El periodista cubano Orlando Núñez, comparte en el interior de la embajada de Costa Rica en Cuba, con dos de los hijos del embajador costarricense Guillermo Salazar Roldán, quien arriesgó su vida al darle asilo político y posteriormente trasladarlo sano y salvo a nuestro país (Foto cortesía de Ginny Salazar Leblanc)

Tiempo después, don Guillermo, a quien le habían ofrecido un puesto representativo en Washington, se desplazó con los suyos a la capital norteamericana. Aunque la nueva oferta laboral nunca se materializó, decidió buscar trabajo y permanecer en ese país durante un largo período.

No volvió a Costa Rica sino hasta después del fallecimiento de su esposa. Lamentablemente, tras enfrentar una enfermedad renal, murió a la edad de 62 años en 1986.

Guillermo Salazar Roldán dejó tras sí una huella imborrable, no solo en quienes lo conocieron como persona honesta y afable, sino también en sus descendientes, entre los que se cuentan su hija Ginny- residente en Estados Unidos- a quien agradecemos las fotos históricas que respaldan algunos de los momentos que hemos consignado en esta nota. Pero sobre todo, marcó la vida de varias personas que gracias a él, alcanzaron su sueño de paz y libertad. Entre ellos, don Orlando Núñez Pérez, próximo a cumplir 97 años, quien aún vive en nuestro país en el cual desarrolló una fructífera e importante carrera como periodista y escritor.

Guillermo Salazar Roldán sirvió al país fiel a sus ideales de justicia social y paz. Es un héroe sin monumento que merece el reconocimiento público por su integridad, valentía y amor al prójimo.

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  • Por la indumentaria, en la primera foto, creo son soldados del Ejército de Cuba, Gobierno de Batista (llamados los casquitos), antes de 1959, los milicianos de Fidel usaban gorras y eran barbudos.

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