Adriana Núñez, periodista VISION CR
- “Nuestra sociedad rehúye el esfuerzo como el más horrendo de los espectros. Facilidad e inmediatez son las únicas vías usadas, y los resultados, desgraciadamente, son bien visibles. La que vemos a nuestro alrededor es una sociedad frágil, enferma, indefensa, en profunda decadencia. Una civilización que cede a todas las tentaciones, excepto a la del esfuerzo. Y, sin embargo, el esfuerzo es la esencia misma de nuestra vida y de todas las criaturas. Sin esfuerzo no hay construcción. Sin construcción, no hay sentido. (Cita del libro “Mas fuego, más viento” de la novelista italiana Susanna Tamaro, nacida en 1957)
Si bien algunos de los denominados “buzos de la basura” recolectan envases plásticos, botellas de vidrio, electrodomésticos y otros artículos que pueden vender en depósitos de reciclaje o chatarreras, en muchos puntos de las siete provincias, incluidas zonas residenciales, un alto porcentaje de esas personas no se protege durante el proceso y además, la mayoría deja a su paso una estela de residuos contaminantes y rotas las bolsas que los vecinos depositan en canastas o apilan en un rincón de la acera.
La indiferencia ciudadana, de las municipalidades e incluso de las autoridades policiales y sanitarias del país ante la situación, causa que la acumulación de desechos genere malos olores, contaminación y un enjambre de moscas que los vecinos tienen que enfrentar semanalmente. Toda una radiografía de la decadencia social en que hemos caído.
La decadencia es sinónimo de declive y deterioro; representa el principio de la debilidad, de la desintegración de una sociedad y se refleja en actividades denigrantes y a todas luces contrarias a la salud, bienestar y desarrollo social.
Esta condición que ha ido en crecimiento denota no sólo la precaria situación en que algunos viven y el tipo de actividades informales que se permiten en el país, sino también la incapacidad de las autoridades municipales, policiales y sanitarias para controlarlas.
Al final, quienes pagan la factura son los residentes de las distintas comunidades y barrios, pues muchos de los “buzos” no sólo exponen su salud -la mayoría ni siquiera usa guantes para evitar contagios- sino también la salud de la colectividad.
Cabe destacar que, aunque muchas personas no separan la basura según el tipo de desecho, antes de empacarla y sacarla para que la municipalidad la recoja, otras muchas sí han aprendido a hacerlo e incluso utilizan bolsas ecológicas y rotulación para distinguirlos. En algunas barriadas existen hasta comités vecinales de ornato y aseo, pero poco pueden hacer ante la avalancha de “buceadores”. Y por eso pagan justos por pecadores…

Un vistazo a la miseria
No hay excusas para que el país vuelva sus ojos hacia otro lado, frente al panorama de miseria que azota a cientos de familias costarricenses, pero lejos de permitir que buscando alimentos para saciar el hambre, tantas personas recurran a tan denigrante alternativa -la de escarbar los basureros- nuestros gobernantes en alianza con la empresa privada y organizaciones de acción civil, deben implementar políticas eficientes que contribuyan con los más vulnerables para que puedan satisfacer sus necesidades básicas.
¡Tantas bases de datos que se han estrenado; tantos recursos depositados en manos equivocadas! Es hora de que Costa Rica con el apoyo de comerciantes y empresarios privados, desarrolle un programa de comedores públicos no sólo a nivel escolar, sino también para quienes viven en la indigencia, que les permita al menos dos comidas decentes diarias.
Lógicamente los esfuerzos deben centrarse en la generación de empleos que permita que las familias se puedan sustentar por sí mismas. Pero en los casos extremos, la ayuda estatal y privada debe dirigirse realmente a quienes más lo requieren.
Es la forma correcta de evitar que se generen situaciones a todas luces indignas para el ser humano.
Vergonzosos para nuestra nación son los datos emanados del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) en 2021, a través de los cuales se reitera que, en Costa Rica, el porcentaje de hogares en condición de pobreza se ha mantenido cercano al 20% desde la última década. Y la pobreza extrema alcanza un 6,3 por ciento. Ello significa que más de 328000 personas no poseen las mínimas condiciones de vida para su supervivencia. Son las que el estado y la sociedad deben atender prioritariamente. Con o sin pandemia…
Miles trabajan desde la informalidad
En un estudio anterior, del año 2019, la Encuesta Continua de Empleo (ECE) dada a conocer por el INEC, indicó que más de un millón de personas en Costa Rica –alrededor del 46 por ciento de la fuerza de trabajo- laboran de manera informal; ¿qué datos nos esperan en el censo que se está llevando a cabo en estas fechas, tomando en cuenta las circunstancias extremas a las que nos sometió la pandemia de Covid 19?
No muy halagadores, considerando que factores relativos a la salud están en juego tanto en actividades informales que involucran la manipulación de basura como en muchas otras como la elaboración de alimentos, la oferta callejera de comidas, la circulación de medicamentos sin permisos de distribución y la fabricación de bebidas, productos de limpieza, de belleza y otros, que se venden libremente y que podrían ocasionar alergias, intoxicaciones, infecciones y otros muchos padecimientos.
El mayor problema es que ante la avalancha de personas y actividades informales que inunda el país, tanto las autoridades como gran parte de la ciudadanía “se hacen de la vista gorda” pues en apariencia no poseen la capacidad, o no quieren poner en funcionamiento las herramientas legales que permitiría reducir significativamente el peligro que la situación representa para el resto de la colectividad. Así sucede en otras naciones latinoamericanas también.
Según un estudio de Héctor Castillo Berthier, de la Universidad Nacional de México (UNAM) publicado en la Revista de Cultura Científica, edición 136 bajo el título “La sociedad de la basura” en el abordaje del problema, existen dos caras: “un avance tecnológico en el manejo de la basura que aspira a tener ciudades limpias, con una reutilización máxima de los desechos y la implantación de una conciencia ecológica comunitaria”.
Y, por otro lado, “el Tercer Mundo, con sus enormes tiraderos a cielo abierto, con cientos de miles de familias viviendo en y de los desperdicios, contaminando el ambiente, generando más pobreza y marginación conforme pasa cada día y, por si esto fuera poco, reduciendo sus espacios para afrontar el problema de sus propios desechos que pasan a un segundo o tercer plano con el avance de la crisis económica”.

“El pobrecitico” versus la salud
Aunque la reacción de muchos costarricenses frente a tales problemas es la justificación y victimización de aquellos que sistemáticamente -por las razones que sea- violan la ley basados en lo que en nuestro medio se conoce como “el pobrecitico”, es importante hacer notar que existe jurisprudencia al respecto. Sobre todo, porque no solo se aclara que los afectados tienen todo el derecho a demandar la intervención de las autoridades locales por situaciones que atenten contra su calidad de vida, sino que instancias como las municipalidades están en la obligación de dar respuesta a estas denuncias en un término relativamente corto.
Prueba de ello es la sentencia emitida por la SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. S.J., Expediente 17-005797-0007-CO Respuesta No. 2017007370 a las nueve horas cuarenta y cinco minutos del diecinueve de mayo de dos mil diecisiete en virtud de un recurso de amparo interpuesto por vecinos de Alajuelita respecto a los contenedores de basura ubicados en su vecindario.
En su resolución, que acoge parcialmente la denuncia, “los suscritos Magistrados aclaran que si bien los asuntos ambientales, cuando hay intervención administrativa de cualquier índole, los remite a la jurisdicción contencioso-administrativa, lo cierto es que tratándose de denuncias donde se alega contaminación por incorrecta disposición de desechos sólidos que afecta, a su vez, a los ocupantes de varias casas de habitación -como sucede en el caso concreto-, no lo harán así. Esto, por cuanto, se encuentran en juego otros derechos de los vecinos de la fuente contaminante, tales como la salud y a gozar de un nivel digno de calidad de vida…”

Recordemos que la ley 8839 para la “Gestión integral de residuos” fue aprobada por la Asamblea Legislativa desde el año 2010,
Esta Ley tiene por objeto regular la gestión integral de residuos y el uso eficiente de los recursos, mediante la planificación y ejecución de acciones regulatorias, operativas, financieras, administrativas, educativas, ambientales de monitoreo y evaluación.
Entre sus principales objetivos, estipula claramente: que se debe garantizar el derecho de toda persona a gozar de un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, así como proteger la salud pública. Además, define la responsabilidad para la gestión integral de residuos de los diversos actores involucrados y establece el régimen jurídico para promover la ejecución jerarquizada en la gestión integral de residuos.
Urgente aplicación de las leyes
Muchos ciudadanos consideran que en nuestro país no hacen falta más leyes, sino que se implementen y ejecuten las existentes para evitar las violaciones constantes a la normativa que nos rige. Producto de la desobediencia civil a la estructura legal costarricense y la falta de supervisión de algunas autoridades para que el respeto prevalezca, los problemas se acrecientan a tal punto que en ocasiones resulta tarea difícil resolverlos. Pero los remedios existen.
En este punto, es importante recordar el artículo 129 de nuestra Constitución Política que claramente indica:
ARTÍCULO 129.- Las leyes son obligatorias y surten efectos desde el día que ellas designen; a falta de este requisito, diez días después de su publicación en el Diario Oficial.
Nadie puede alegar ignorancia de la ley, salvo en los casos que la misma autorice.
No tiene eficacia la renuncia de las leyes en general, ni la especial de las de interés público.
Los actos y convenios contra las leyes prohibitivas serán nulos, si las mismas leyes no disponen otra cosa.
Lamentablemente en estos momentos, la sociedad costarricense se ha puesto un antifaz para no reconocer que la acción de los buzos que escarban en la basura en los barrios y localidades del país, no sólo los expone a un enorme peligro para su propia salud física, sino que debido al deficiente manejo e inadecuada disposición final de los deshechos que manipulan, se convierten en verdaderos focos de contaminación, con el consecuente impacto negativo al medio ambiente y a la salud pública.
Agregar comentario