Federico Paredes, analista agroambiental
Existe una gran preocupación en todo el mundo, por la acelerada desaparición de las abejas. Según han estimado los expertos, varias son las razones para esta masiva extinción: la deforestación y la destrucción de los hábitats, la agricultura intensiva con un excesivo uso de agroquímicos (especialmente insecticidas), la aparición de especies invasoras y el cambio climático.
Tenemos claro que las abejas melíferas son fábricas naturales de miel, esa maravillosa sustancia pegajosa que endulza y cicatriza heridas de una forma impresionante.
Pareciera entonces, que no hemos aquilatado la formidable contribución de estos himenópteros a la polinización de cientos de cultivos de importancia alimentaria, que ni siquiera nos hemos puesto a pensar que pasaría si las abejas llegaran a desaparecer por completo…habría un cataclismo ecológico.
Un estudio aparecido en el documento Proceedings of the National Academy of Sciences revela que casi la mitad de la población global de las abejas está amenazada. Los entomólogos han caculado que en el Planeta deben haber unas 20.000 especies de abejas silvestres. Solo en Europa hay cerca de 2500.
En palabras sencillas, estos insectos facilitan que las plantas fanerógamas (todas las que tienen flores), sean fecundadas para producir frutos y semillas. Esto es considerado la piedra angular de la diversidad biológica; pero no solo eso, tal acción es la que permite que un 90% de las plantas con flor dependan de las abejas y dentro de este conjunto de plantas, cientos son de cultivos de interés agrícola, según datos de la FAO (Organismo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentacion).
En el Viejo Continente, un 37% de la población de abejas está en franco descenso y según la ONG Greenpeace, solamente en España, hasta un 70% de los cultivos depende de las abejas melíferas.
Hay toda una sinergia negativa ante la eventual desaparición de las abejas, ya que éstas son alimento de otros insectos, aves o pequeños reptiles, los cuales a su vez son bocadillos de mamíferos y otros grupos de animales y así por el estilo; por lo tanto, si se extinguen las abejas, se altera o destruye la cadena trófica natural.
Varios grupos y organizaciones internacionales, preocupados por esta amenaza ,están propulsando una agricultura ecologica, orgánica o sostenible, que fundamentalmente desarrolla técnicas de cultivo sin el uso de moléculas agroquímicas, para favocer el equilibrio ecológico en el agro.
El famoso físico alemán Albert Einstein dijo en una oportunidad que, “Si las abejan desaparecieran, el mundo duraría cuatro años”, y estaba en lo cierto, si no hay polinización no hay semillas, si no hay semillas, no hay plantas y sin plantas, no hay vida. Así de sencillo.
Es cierto que no solo las abejas son agentes polinizadores, los murciélagos polinizan varios árboles grandes, el viento puede polinizar con sus corrientes de aire, y habrá otros animales que ejerzan esa labor, pero las abejas se llevan el premio por su fantástica labor de polinizar cientos de cultivos de valor comercial y alimentario, como por ejemplo, las cucurbitáceas (pepino, melón, sandía, chiverre, chayote, pipián, ayote, entre otras).
Estamos pues en el momento ideal de iniciar una cruzada mundial, para proteger a estos formidables insectos, sembrando muchas plantas con flor, reduciendo sustancialmente el uso de biocidas agrícolas, cuidando sus hábitats e impulsando simultáneamente la apicultura como una forma económicamente productiva de salvaguardar a las abejas melíferas.
En gran medida estas acciones las haremos no solo por estos útiles insectos, sino por la supervivencia misma de la especie humana en la Tierra. Realizando lo anterior no tendremos que recordar estas responsabilidades solo el 20 de mayo, Dia Mundial de las Abejas.
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