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Rodrigo Soto: imaginación, memoria y palabra

Adriana Núñez, periodista VISION CR

El escritor Rodrigo Soto es, sin lugar a duda, un prolífero autor y uno de los referentes más importantes en la literatura costarricense contemporánea.

Nació en San José en 1962. Estudió filosofía en la Universidad de Costa Rica y guion cinematográfico en la Universidad Autónoma de Madrid.

En 1983 vio la luz su primer libro, Mitomanías, obra por la cual obtuvo el Premio Nacional de Cuento. Ha publicado las novelas: La estrategia de la araña (1985), Mundicia; una farsa épica (1992), La torre abolida (1994), Figuras en el espejo (2001), El nudo (2004), Gina (2006), Las sombras de Lisandro (2011), En la oscurana (2012), Aquí las noches se hacen largas (2015), El río que me habita (2017) El país de la lluvia (2018) El rumor de las piedras (2019) y su última creación, El viaje (2021) que recopila una serie de relatos cortos.

Esos libros, narraciones, artículos e incluso su conversación, reflejan no solo su estatura intelectual, sino también una bonhomía que nos envuelve con la franqueza que solo una persona segura de sus capacidades y a la vez, empática y sencilla, es capaz de transmitir.

En sus creaciones nos reflejamos muchos de los que crecimos en el San José de los años 60 y 70. Vislumbramos raíces comunes y características intrínsecas al ser costarricense: fisga, ironía, asertividad, capacidad de asombro, sacrificio, alegría…y una actitud resolutiva, aunque conciliadora, ante cualquier circunstancia.

Aunque se confiesa partidario de los “grises” y en su temprana madurez ha dejado de lado posiciones extremas, acepta enfáticamente su preocupación por la crisis por la que atraviesan la cultura, la educación y nuestra propia identidad como costarricenses.

Con voz firme sentencia: “todos debemos estar más que preocupados por la educación, pues definitivamente no responde a la realidad del siglo XXI” y agrega: “el gran dilema siempre se plantea en ese sector porque nos hemos mal acostumbrado a educar para producir más, para generar dinero, para contribuir con la economía…dejando atrás la posibilidad de fortalecer una educación más humanista que nos forme integralmente. En realidad, deberíamos partir el ayote por la mitad”.

“Otras esferas de la transmisión de la cultura nacional también están en crisis y aunque quisiera pensar que la de la comunicación -que ahora es un caos- podría tomar un curso más estable, por el momento solo puedo decir que estamos sufriendo por el impacto de nuevas tecnologías y maneras de expresión que prácticamente han hecho colapsar las formas de transmisión de la cultura: valores, mitos, etc.”

Lo “nacional” forma parte de la obra de Rodrigo Soto, aunque el autor considera que esa identidad se ha ido desdibujando en la creación literaria de autores más jóvenes (Foto Adriana Núñez)

Agrega Soto que las implicaciones de este fenómeno afectan lógicamente los espacios de la tradición, de la autoridad e incluso de la vocación que, en nuestros días, pareciera escasear en distintos ámbitos del quehacer social del país.

“No creo que debamos volver al pasado, pero sí tenerlo claro, pues gracias a lo que hemos vivido, somos quienes somos ahora.”

Vocación y nacionalidad

“Nunca hay pecado en seguir la propia vocación” afirmó William Shakespeare.

Y es que la vocación es la inclinación que una persona siente para dedicarse a un modo de vida que puede estar relacionado tanto con lo profesional como con lo espiritual. La palabra, como tal, proviene del latín vocatĭo, que significa “acción de llamar”. En pocas palabras, un llamado interior que perfila la vida profesional de quien lo escucha.

Tanto en el ambiente literario como en otros sectores importantes del quehacer costarricense, muchos hemos notado un enorme deterioro de las vocaciones que se evidencia en la mala calidad de servicios, productos, obras e incluso en el liderazgo político, religioso y social. Interrogado sobre este particular, el escritor Rodrigo Soto nos ha brindado una fina respuesta:

“Los cakchiqueles -quienes formaron parte de las primeras migraciones toltecas que llegaron a Mesoamérica y se asentaron en el altiplano guatemalteco- tienen un dicho en su lengua que traducido al español diría mas o menos: …tu estrella, tu camino”

“En realidad la estrella y el camino nos brindan protección durante la vida. Para mí ese hecho es motivo de reflexión y de maravilla, al observar como se presenta una vocación en el ser humano. En el ámbito literario, la vocación está asociada a tres cosas vitales: la imaginación, la memoria y la palabra.”

Por el contrario, cuando la vocación no existe, cualquier tarea se constituye en un pesado fardo que nos ancla y nos abruma. Así también sucede cuando nos desarraigamos de nuestros orígenes.

“Sin alimentar la nostalgia -pues creo que cada día tiene su afán- y sin sacrificar el presente por pensar en un futuro mejor, es importante, no obstante, hacer pesar la historia. De otra forma, uno andaría a ciegas”

Por eso el escritor considera que tanto para escribir como para comunicarse a través de la práctica de esas y otras vocaciones, debemos tener claro que lo que fuimos nos hace lo que somos.

“Estamos en la era de la globalización liberal”

“Creo que, así como los escritores nos proponemos crear una imagen de la existencia humana, así también la época nos condiciona. Yo llamo esta época “la de la globalización liberal, donde lo nacional tiende a desdibujarse”

Según Soto, este fenómeno se advierte claramente en la producción literaria de nuevos autores -más jóvenes- en cuyas obras lo nacional dejó de tener interés.

No es el caso de escritores de su generación, como lo son Fernando Contreras o Carlos Cortés, pues en sus creaciones el tema de lo nacional tiene siempre presencia.

“Es una construcción política la que ha intervenido para que la idea de lo nacional no se extienda más allá de 3 o 4 mitos. Creo que existe una desorientación profunda en las élites empresariales y políticas que, con el aderezo de los tecnócratas, han trastocado las ideas en torno a la importancia de lo nacional.”

Dicho lo anterior, Soto agrega que en realidad no considera un objetivo de su oficio, “aclarar los nublados del día”, pero sí aportar a través de la introspección, los resortes que operan en todos los casos, pues es algo que “viene por añadidura”

Según indica, hasta hace pocas décadas, en el campo literario, unas cuantas personas construían el canon; las editoriales, la academia y los medios ocupaban un lugar especial en este proceso.

“Ahora, el mundo editorial y los medios están en una profunda transformación que afecta lo social; claro está, la familia también se ha visto afectada por ese proceso”.

“La comunidad de lectores en Costa Rica es muy pequeña y el interés en la literatura costarricense, aún más pequeño. En realidad, en mi caso particular, hace mucho tiempo desterré cualquier expectativa en relación con la internacionalización de mi obra, pero estoy resignado y conforme con lo que el país me ofrece; no me quejo”.

El libro más reciente de Rodrigo Soto:

“El viaje” publicado en 2021 por Encino Ediciones, es el último libro de Rodrigo Soto. En él se incluyen narraciones escritas entre los 18 y los 59 años. El material del libro, que recoge magistralmente vivencias e imágenes de cuatro décadas de su vida, está organizado también en cuatro secciones que, según su autor, describen claramente sus motivaciones:

La primera, teñida de sarcasmo, es una mirada irónica sobre las realidades humanas.

La segunda sección toca lo que Soto denomina “lo oscuro que también existe en el corazón humano”.

En la tercera parte, encontramos la búsqueda del amor, del encuentro y el desencuentro amoroso.

Y finalmente en la cuarta y última sección, se plasma la paradoja en la vida humana.

“Sin duda en mis libros y en la literatura, hay una imagen de cómo es la vida humana y de la época en que se escriben las páginas, que es una dimensión muy importante en una obra. Así como los escritores nos proponemos crear una imagen de la existencia humana, así también la época nos condiciona.”

Ya para terminar, con sinceridad tajante Rodrigo Soto nos indica: “tuve hace 30 años mi último empleo formal. Desde entonces me la he jugado y eso me da libertad. Y en estos días de caos y crisis, he redescubierto un espacio nuevo en la transmisión del oficio”.

1 comment

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  • !Qué dicha que Adriana Nuñez nos puso otra vez en contacto con Rodrigo Soto, uno de nuestros mejores escritores! Es importante que se escuche su voz y que sepamos lo que
    hace, seguir sus pasos y decirle que no olvide que siempre nos tiene ahí, a sus lectores, que queremos saber de él y de sus proyectos. Gracias, Adriana,
    INÉS TREJOS

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