Los Verdes alemanes probablemente nunca imaginaron que con ellos en el Gobierno Alemania decidiría aumentar la quema de carbón para asegurarse el suministro de energía, según informa el diario español El País.
Pero la realpolitik ha golpeado de lleno a los ecologistas, en concreto a su miembro más destacado, Robert Habeck, el ministro de Economía y Clima encargado de que la electricidad y el gas sigan llegando a la industria y los hogares. Ha sido él el encargado de anunciar que el Ejecutivo alemán tendrá que reactivar sus viejas plantas de carbón ante el riesgo de falta de suministro energético por la invasión de Rusia en Ucrania.

El Gobierno, un tripartito encabezado por el socialdemócrata Olaf Scholz, anunció este domingo una serie de medidas para reducir la cantidad de gas que se emplea para generar electricidad y para abastecer a la industria.
La prioridad es ahora acelerar el llenado de los depósitos de gas para poder llegar al otoño casi al 100% de capacidad.
“No voy a andarme por las ramas: es una situación tensa, grave”, añadió Habeck en una entrevista televisiva. Actualmente, las instalaciones de almacenamiento de gas en Alemania se encuentran al 57,6% de su capacidad, según la Agencia Federal de Redes.

El Gobierno se ha propuesto que los depósitos estén llenos al 80% para el 1 de octubre y al 90% el 1 de noviembre. Con esos niveles de llenado el país podría superar entre dos y tres meses de un invierno normal si el suministro de Rusia quedara completamente cortado.
El ministro verde es consciente de lo que significa para su partido y para sus votantes tomar la decisión de usar más carbón para producir electricidad: “Es algo amargo, pero necesario”, asegura.
Habeck es actualmente el ministro mejor valorado de la coalición, algo a lo que ha contribuido su forma de comunicar. Suele grabar vídeos que cuelga en sus redes sociales en los que se dirige directamente a los ciudadanos para explicar sus políticas. No es la primera vez que ha contado lo doloroso que resulta tomar decisiones que van en contra de la protección del clima.
“Para reducir el consumo de gas, se debe usar menos gas para generar electricidad. En su lugar, se tendrán que utilizar más las centrales de carbón”, asegura sin ambages el comunicado. El objetivo de descarbonización de Alemania parece quedar en segundo plano para hacer frente a la coyuntura actual, en la que el riesgo de un corte del suministro del gas ruso es cada vez mayor.
Hace unas semanas el departamento de Habeck anunció que iba a dejar varias centrales de carbón en stand-by, en reserva, por si fuera necesario ponerlas en marcha de nuevo. Entonces aseguró que, en caso de tener que tirar del carbón, se trataría de algo puntual que no pone en riesgo los compromisos de reducción de emisiones del país.

El país va a ir muy justo para cumplir sus objetivos medioambientales porque ya venía quemando más carbón del que debía. El año pasado, antes de que empezara la crisis energética, Alemania produjo casi el 28% de la electricidad a partir de carbón. Buena parte es importado, pero todavía se extrae mucho mineral en minas a cielo abierto en territorio alemán. Se trata de lignito, el tipo de carbón más sucio que hay, el más contaminante.
Habeck ha pedido a los operadores de las centrales eléctricas de carbón de reserva que “se preparen ahora para que todo esté operativo lo antes posible”.
Habeck también plantea un modelo de subasta de gas para el verano que dé a los consumidores de gas industrial incentivos para ahorrar. Los clientes industriales que pueden prescindir del hidrocarburo y reduzcan su consumo recibirán incentivos que se financiarán a través del mercado. El gas que ellos no utilicen se destinará a almacenamiento.
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