Erwin Wino Knohr, periodista y entrenador
Es raro darse cuenta de que uno no es el que creía. Pero es cierto que debería haberlo aprendido hace mucho tiempo mas sigo sin aprender. Por eso, supongo, sigo viendo el fútbol nacional.
Los partidos, de ida, de estas semifinales fueron malos. En general los partidos en estas instancias, dicen los que saben, son malos, pero estos se rebuscaron. Quiso el destino, cruel como siempre, que hacía poco tiempo se jugaran también las semifinales y final de la Champions. No voy a comparar, sostengo siempre que las comparaciones son odiosas, pero las uso solo como referencia, así tenemos un punto de partida hacia arriba o hacia abajo.
Saprissa y Alajuelense: comencemos por este partido porque es el clásico del fútbol nacional y merece esa jerarquía. Fue un juego enredado, borroso. No hubo creación de la belleza, solo el querer ganar. Está más que claro; lo importante es ganar, el resto son tonterías. Y es cuando se echa mano de cualquier recurso.
Así que el partido, decía, fue malo. Saprissa esperó que la Liga lo encimara y apostó por un Juego de Trinchera: Tres guardianes para uno ( Venegas), y dos por el lado (Davis y Taylor) esperando un vendaval por esas zonas. El ventolero no llegó, la Liga se plantó atrás y comenzó a torpedear desde su zona defensiva y media cancha con balones largos, produciendo un caos futbolístico en los saprissistas que no entendían lo que sucedía. Todo lo que mecanizaron y entrenaron no fue, y la realidad, que no era lo esperado, los metió en un desorden total.
La jugada saprissista más vistosa la produjo Guzmán: cabezazo a los Zinedine Zidane sobre Góndola. Son esas jugadas que te transportan en el tiempo.

Zidane en su partido de despedida en la final del Campeonato Mundial en Alemania 2006 entre Francia e Italia le metió un cabezazo a Materazzi en el minuto 110 de juego. Comparemos como referencia nada más: el árbitro argentino Horacio Elizondo, que no vio la jugada, fue advertido por el cuarto árbitro Luis Medina Cantalijo del cabezazo y el réferi llevó su mano al bolsillo, sin dudar, le sacó la tarjeta roja a Zinedín Zidane, una de las estrellas más luminosas de ese entonces.
David Guzmán, en esta semifinal del Torneo de Clausura costarricense, entre Saprissa VS Alajuelense, le dio un cabezazo a Góndola. A diferencia de la final del Mundial 2006, el árbitro Josué Ugalde, a muy pocos metros y frente a la jugada, se llenó de pavor. Decía Nelson Mandela que “el valor es la capacidad de enfrentar el miedo”, y el pavor es muy diferente al miedo. Después de la trifulca normal de los jugadores, llamó a sus auxiliares, hablaron se llenó de pavor y le sacó tarjeta amarilla al agresor y al agredido.

Desde hace 20 años que Costa Rica no tiene un árbitro central en un Campeonato Mundial Mayor. Después de Siles, Ulloa y Badilla, William Matus en el 2002 (Corea y Japón) fue el último exponente en ese nivel. Por qué? Muchas Comisiones de Arbitraje han pasado, nuevos árbitros, viejos árbitros y nada ha sido productivo. En 20 años ( como dijo Carlos Gardel no son nada) nos sacaron de la élite mundial. Será por lo que vimos en este partido de semifinal como resultado de lo hecho en todo ese tiempo?
Me gusta el jugador que entiende el juego. Y en este partido hubo tres: Mariano Torres (Saprissa) que se pierde en ese torrencial del caos saprissista. Deambula, se mueve, tiene el balón, busca el espacio libre, pero su juego está por encima del resto que mecanizan lo que les dijeron, pero si les falla alguno de los movimientos se pierden en la cancha. Y Celso Borges, (Alajuelense), un jugador que está consciente de cada metro de la cancha y lo domina. Cabeza levantada, sin complicarse cuando tiene el balón, con una o dos jugadas antes de recibir la pelota pone a jugar al resto. Johan Venegas ( Alajuelense) que si dejara el parpadeo futbolístico que lo sumerge a ratos, complicaría siempre con el balón al rival. Los restantes 17 jugadores de campo corren, meten pata, a veces la cabeza y sudan bien la camiseta.
De Cartaginés VS Herediano, decía también fue malo. Quizás la explicación de los entendidos es que el parón de un mes les quitó ritmo. Cartaginés hizo algo que no acostumbraba a realizar cuando jugaba en su estadio: en esta ocasión se atrincheró de media cancha hacia atrás. Antes salía como un torete a una plaza y su energía le duraba 45 minutos.

Herediano ni fu ni fa. No se cuál es peor si el fu o el fa. Desordenado, arremetiendo a la brava, sin ideas claras de su propuesta, fallando lo que no se puede fallar frente al marco, aunque salió bien librado con solo un gol en contra. Rescato a Yelsin Tejeda (Herediano), entiende el juego, en la media cancha como seis, con jerarquía, se deshace del balón sin ningún temor y pone la pelota en las zonas donde le hace daño al rival. El resto con mucho corazón, corriendo, con ganas y nada más.
Es curioso: quien quiera ver en todo eso una lección le costará aprender. Son las 2:30 de la mañana y pronto va a amanecer en Portugal y yo me sigo preguntando por qué sigo viendo estos partidos. Acepto que los disfruto, como el ver una película de esas que te hacen solo pasar el rato. Es quizás porque es una versión tonta que unos equipos de fútbol te acercan a la patria. Todavía funciona y lo disfruto.
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