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Los Juegos Mediterráneos de Orán 2022 arrancan centrados en la unidad de las culturas

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Se ha levantado el telón en Orán para los 19 Juegos Mediterráneos  que comenzaron el 25 de junio. El evento multideportivo, en el que participan más de 3000 atletas de 26 países de la región mediterránea, se inauguró en una noche de verano en el magnífico estadio olímpico de la segunda ciudad de Argelia. El recinto acogió a 40.000 afortunados, que pudieron ver en directo la ceremonia de apertura de los juegos. 

Pero decenas de miles de personas también salieron a la calle para participar en este acontecimiento tan esperado. Y para acoger -como sólo los argelinos saben hacerlo- a los visitantes de África y Europa.

“Soy de Orán y he venido especialmente desde Varsovia, desde Polonia, para asistir a los Juegos”, nos cuenta un hombre. “Es un orgullo para nosotros en Orán, para Argelia, acoger estos Juegos del Mediterráneo, es algo… ¡es genial!”, dice una joven. 

Una majestuosa ceremonia de apertura

Después de 47 años, los Juegos Mediterráneos vuelven a pisar suelo argelino, ya que la primera vez fue en 1975 en la capital, Argel. Para la ocasión, se organizó una suntuosa ceremonia de apertura, con cientos de artistas, músicos y bailarines. Dos horas de entretenimiento en medio de un espectáculo de fuegos artificiales, con Argelia en el centro de la escena: sus paisajes, su historia y su influencia en la región mediterránea.

Las delegaciones de los 26 países participantes desfilaron en un ambiente de locura, que provocó verdaderas explosiones de alegría. Como es tradición, la delegación de Grecia, cuna de los Juegos Olímpicos, fue la primera en entrar en la pista de atletismo, seguida por todas las demás. 

Los juegos de la unidad

La unidad. Este es el lema de estos Juegos, que reúnen a tres continentes: África, Asia y Europa. Una competición multideportiva, sólo superada por los Juegos Olímpicos, en la que confluyen diferentes culturas, religiones y lenguas.

Lo que cuenta es compartir, como explica el presidente del Comité Internacional de los Juegos Mediterráneos (CIJM o ICMG), Davide Tizzano: “Hay una gran diversidad entre los pueblos del Mediterráneo, pero hay una gran unidad y el deporte se convierte en un hilo rojo que une a los jóvenes. Por eso destacan valores importantes, que son los pilares del movimiento deportivo: estar juntos, conocer nuevas culturas, mezclarse con otras culturas y entender que no existe un mundo propio y que todo gira en torno a nosotros, sino que hay varios mundos, cada uno tiene el suyo, y que por tanto hay que integrarlos”.

Punto de encuentro

Durante 12 días, los atletas viven en un “pueblo mediterráneo”, creado para la ocasión y repartido en 39 hectáreas, a pocos kilómetros de Orán. En su interior duermen, comen y también se entrenan, en zonas específicas. Cada nación tiene su propio edificio, pero cruzarse en las calles de la villa permite a estos jóvenes atletas conocerse y crear vínculos, sin importar las diferentes culturas y tradiciones.

“Todos queremos ganar el día de la competición, pero al final todos nos abrazamos y respetamos, y esa es la verdadera victoria”, nos cuenta Luigi Busà, karateca italiano, abanderado y campeón olímpico en Tokio 2020. “Porque en algún momento la vida deportiva pasa, pero las relaciones humanas con las personas con las que luchaste en el tatami o en el ring o en cualquier otro lugar permanecen. Y esto es lo que debemos perpetuar

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