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Pablo Presbere: guerrero de la libertad

Adriana Núñez, periodista Visión CR

El 4 de julio de 1710 fue ejecutado en Cartago el Cacique Pablo Presbere, líder de la sublevación general de los indios de Talamanca, acaecida un año antes.

Durante años su figura fue prácticamente invisible en la historia patria, pero finalmente, más de dos siglos después de su muerte, la Asamblea Legislativa reconoció su valentía y heroicidad, al declararlo “Defensor de la libertad de los pueblos indígenas y Benemérito de la Patria” y establecieron el 4 de julio, el día de su ejecución, para recordarle. Así lo señala la Ley 7669 aprobada por los diputados el 19 de marzo de 1997.

Presbere, fue un cacique indígena de la comunidad de Suinsin, en la región que hoy se conoce con el nombre de Talamanca, al sureste de nuestro país. Lideró la insurrección aborigen de Tierra Adentro contra las autoridades españolas, a las que se enfrentó decisivamente junto a otros indígenas costarricenses. Esta revuelta les permitió recobrar el control del territorio de Talamanca -entonces plagada de soldados y de frailes- para convertirla tras el triunfo indígena en setiembre de 1709, en zona de refugio durante la época colonial de Costa Rica, donde podían esconderse quienes escapaban de la crueldad y el dominio español.

A pesar de tantos esfuerzos, como los europeos disponían de armas más eficaces que las rudimentarias que portaban los aborígenes costarricenses, al poco tiempo Pablo Presbere fue capturado junto con varios centenares de indígenas entre los que se contaban hombres, mujeres y niños.

Los españoles lograron capturar a Pablo Presbere junto con un grupo de 700 indígenas entre los que se contaban niños, mujeres y hombres (Foto Guías y Scouts)

 A Pablo, líder de la rebelión, se le expuso públicamente; lo azotaron y torturaron y finalmente, le cortaron la cabeza para luego exhibirla en un mástil en la Plaza de Cartago.

Algunas versiones modernas dicen que su verdadero nombre era Pabru Presberi, palabras provenientes del idioma bribri. La palabra Pa-bru significa “jefe de las lapas”, respondiendo este vocablo a la importancia que tenía la guacamaya, un ave que engalanaba los funerales de los personajes importantes entre los Bribri. Presberi vendría de Pres, cuyo significado sería “lugar de aguas salobres”, mientras que bere, bri o beri, se refiere a los “sitios por donde corren las aguas en invierno”.

Un héroe hasta el final de su vida

Según la Asociación de Guías U-Sure, la rebelión liderada por Presbere y otros caciques, surgió por la necesidad de oponerse a la sumisión total que exigían los conquistadores españoles y a la sistemática destrucción de la cultura indígena.

Pese a que durante años, los invasores atacaron con fiereza a los habitantes de lo que hoy conocemos como Talamanca, no pudieron conquistar ese territorio “pues desde la primera incursión española en 1540 se manifestó el espíritu guerrero y libertario de los habitantes de la región”. Aún así, ya para el año 1620, habían ahorcado en la Ciudad de Cartago, a los caciques “Talamancas”, como se les denominó en esa época: Juan Serraba, Francisco Kagri, Diego Hebeno y Juan Ibquezara.

Señalización de reservas indígenas en la zona de Talamanca (Foto de archivo público)

En 1689 la Corona española intentó otras vías de dominación a través de los frailes Recoletos, pero Presbere, astuto y valiente, interceptó una carta dirigida a la sede de Guatemala, en la que instruían a los sacerdotes a desarraigar a los indígenas enviándolos a otras comunidades. Descubrió así sus solapadas intenciones…

Sin embargo, tras años de enfrentar un constante acecho, finalmente fue apresado y sentenciado a morir el 1 de julio de 1710. La orden se ejecutó tres días después, el 4 de julio.

 La sentencia decía así:

“…fallo que de condenar al dicho Pablo Presbere, por lo que contra él está probado, sin embargo, de la negativa que tiene hecha en su confesión , que sea sacado del cuarto donde le tengo preso y puesto sobre una bestia de enjalma y llevados por las calles públicas de esta ciudad con de pregonero que diga y declare su delito, y extramuros de ella, arrimado a un palo, vendado los ojos, ad módum deli sea arcabuceado, atento a no haber muero le sea cortada la cabeza y puesta en alto que todos la vean en dicho palo…”

No habían podido arrancarle confesión alguna sobre la rebelión o sus participantes.

Pueblos originarios en precariedad

De conformidad con el sondeo de población indígena realizado por el Instituto Nacional de Estadística y censo en 2011, actualizado al 2017, en Costa Rica existen alrededor de 104. 143 personas aborígenes de las cuales aproximadamente 78.000 pertenecen a algún pueblo y más de 26.000 a ninguno, distribuidos en las 7 provincias, pero principalmente en zonas rurales de San José y Guanacaste. La mayoría se dividen en 8 etnias distinguibles repartidas a lo largo de 24 territorios indígenas, los cuales se supone que deben ser comunidades autónomas capaces de mantener su propio autogobierno y sistema judicial.

En palabras del grupo de trabajo sobre asuntos indígenas conocido por sus siglas IWGIA, organización global de derechos humanos dedicada a promover, proteger y defender los derechos de los pueblos indígenas en el mundo: “aunque Costa Rica ratificó el Convenio 169 de la OIT en abril de 1993 y agregó a la Constitución Política de la República el reconocimiento de su carácter multicultural en agosto de 2015” en nuestro país “cerca de un 20% de la población vive bajo el nivel de pobreza y en el caso de los pueblos indígenas, ese porcentaje alcanza cifras alarmantes: Cabécar 94,3%; Ngäbe 87,0%; Bröran 85,0%; Bribri 70,8%; Brunka 60,7%; Maleku 44,3%; Chorotega 35,5% y Huetar 34,2%.”

Si algo debe llamar la atención de las autoridades y sociedad civil en esta fecha de reconocimiento a la lucha de Pablo Presbere por la independencia de los pueblos indígenas de Costa Rica, son esas alarmantes cifras y la consecuente fragilidad económica y social en que viven los pueblos originarios ancestrales que en épocas precolombinas, poblaban y ejercían su dominio político y cultural en nuestro territorio.

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