Visión CR

Violencia e ignorancia: mala dupla

“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción” (Simón Bolívar)

La violencia con que una masa popular, ignorante en materia política, económica y civil, arremete contra quienes osen adversar algunas posturas gubernamentales, no sólo es un indicativo del populismo exacerbado que se está alimentando en nuestro país, sino también del odio que se ha ido apoderando del corazón de cientos de costarricenses, muchos de los cuales desconocen las motivaciones, argumentos o legalidad de algunas de las decisiones que se toman desde el Ejecutivo.

Gran cantidad de comentarios al pie de artículos publicados en prensa digital, otros que se emiten por la radio y especialmente a través de las redes sociales, denotan una agresividad preocupante y una severa confusión en cuanto a conceptos tales como respeto, democracia y libertad.

El populismo, entendido como un concepto político, está referido a los movimientos y líderes que rechazan a los partidos políticos tradicionales y se presentan a sí mismos -tanto mediante el discurso como en la práctica- agresivos contra las estructuras tradicionales; por lo general apelan a las clases menos privilegiadas y promueven constantes denuncias contra lo que etiquetan como “males sociales”, a la vez que se autodenominan a sí mismos como “redentores de los humildes”.

En América Latina, complejas personalidades políticas como Chávez, Morales y Correa han sido ampliamente analizados por liderar gobiernos populistas que tuvieron serias consecuencias para la democracia en sus naciones.

Lo mismo sucede a la izquierda que a la derecha. Más cerca aún tenemos a Bukele, en El Salvador, quien, aunque ha gozado de gran popularidad desde el inicio de su gestión, por primera vez en dos años enfrenta ahora una caída importante a pesar del frenesí conque su aparato publicitario defiende sus decisiones. Entre las primeras señales que han distanciado a Bukele de la comunidad internacional, está el ataque contra medios de comunicación y portales noticiosos, calificado por la Sociedad Interamericana de Prensa como “un grave deterioro de la libertad de prensa en ese país”.

No obstante, como en toda sociedad civilizada y democrática, existen formas de contrarrestar los peligros que un régimen autoritario y populista podría causarle a una nación.  Sobre todo, cuando la violencia y la ignorancia se constituyen en una mala dupla que pretende imponerse en todo momento.

Así lo ha dicho claramente la organización Human Rights Watch (Organización Internacional de Derechos Humanos) al concluir que: “responder al desafío populista exige no solo abordar los reclamos legítimos que lo sustentan, sino además reivindicar los principios de derechos humanos que repudian. Requiere proclamar las ventajas de que los gobiernos rindan cuentas a su población, en vez de estar al servicio del enriquecimiento y la acumulación de poder de sus funcionarios.”

Los costarricenses -abanderados de los derechos humanos- debemos tener siempre presente que todos nuestros derechos estarán en riesgo si aceptamos que un gobierno decida qué personas merecen que se respeten sus derechos y cuáles no.  

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