Visión CR

Vistazo en derredor: ejercicio urgente

“Hemos venido a este mundo como hermanos; caminemos, pues, dándonos la mano y uno delante de otro”. William Shakespeare

En este mundo golpeado por pandemias, violencia, escasez y guerra, los países más pobres y vulnerables se sumergen aún más en el olvido al que las naciones poderosas los han relegado. Y las insatisfechas necesidades básicas de sus pobladores son tan dramáticas que todo lo demás: dignidad, valores, esperanza…han ido desapareciendo.

Tal es el caso de Haití, República Dominicana, Cuba e incluso nuestro vecino Panamá, para mencionar solo cuatro ejemplos de pueblos de América, unos arrasados por la corrupción y el hambre y otros en plena efervescencia social.

Conforme avanza la crisis económica y moral en distintas latitudes del planeta, así también crece la desesperación de los habitantes de esas naciones y de otras muchas en distintos continentes donde no se vislumbran salidas a los devastadores  conflictos que los han apaleado a lo largo de décadas, ante la incapacidad de las organizaciones internacionales de sincerarse y plantear -exigir si es del caso- soluciones viables e inmediatas que verdaderamente defiendan los derechos humanos de millones de personas sometidas por sus propios gobiernos.

Días aciagos se sufren en Cuba, asfixiada durante más de seis décadas por una dictadura ominosa y sangrienta, cuyos miembros viven en opulencia mientras ven morirse lentamente al resto de la población, incluyendo a los niños.

Entre otros problemas cotidianos, los apagones se han convertido en un calvario para millones de cubanos, aunque muchos, a pesar del miedo a la persecución y la muerte, han comenzado nuevamente a protestar, tal y como sucedió hace cuatro días en la localidad de Los Palacios, una población de unos 38.000 habitantes ubicada en la provincia de Pinar del Río, al oeste del país, quienes reclamaron tocando sus cacerolas vacías durante la noche del pasado jueves.

Además del intenso calor por el verano, a lo largo de la isla adultos y niños no pueden ni refrescarse con un viejo ventilador ni cocinar los alimentos que consiguen, porque no hay electricidad la mayor parte del tiempo.

Los manifestantes cantaron el himno nacional cubano y lanzaron gritos contra Miguel Díaz Canel, “presidente” de Cuba. Las consignas también estuvieron dirigidas a otros miembros del partido dominante, a quienes los calificaron de “descarados” y “barrigas llenas”.

En Haití, cientos han tomado las calles armados con lo que sea, para buscar alimentos, confundiéndose entre los manifestantes miembros de bandas rivales que aún en medio de tanta miseria, se pelean por el poder territorial e infunden pánico a diestra y siniestra.

Con un nivel de pobreza que ronda el 24%, las protestas por el alto costo de los combustibles han puesto a República Dominicana en vilo con los consecuentes estragos de la violencia popular.

Y la hermana República de Panamá suma más de una semana de protestas y bloqueos cuyas consecuencias han sacudido al país producto de los cierres de vías y la creciente tensión social. Y la situación podría empeorar si no fructifican los esfuerzos de diálogo pues las ofertas sobre el tapete no satisfacen a grandes sectores, descontentos por el deterioro de las condiciones de vida y por la vacuidad de innumerables promesas políticas.

En Panamá, según datos oficiales, los indicadores de pobreza están relacionados, entre otros aspectos, con el acceso a la educación, vivienda, servicios básicos, trabajo, salud y agua. Es por ello que los niveles de pobreza más altos se encuentran en las áreas rurales y muy remarcados en las zonas comarcales del país donde habitan pobladores en su mayoría de la etnia Ngäbe-Buglé.

Mientras todo esto sacude el entorno, dormidos en sus laureles, europeos, asiáticos y americanos, pasan largas horas encerrados en burocráticos bunkers sumidos en interminables discusiones politiqueras.

¿Qué le espera a la Humanidad si quienes tienen acceso a los altos estrados en los parlamentos, las Naciones Unidas, las iglesias y las organizaciones de la sociedad civil, no se ponen de acuerdo para combatir, unidos y solidariamente el violento tsunami que recorre el mundo?

Ojalá no sea tarde para que la frase de Martin Luther King cale hondo tanto en el corazón de los gobiernos y organizaciones poderosas como en el de cada uno de nosotros, unidos por nuestra privilegiada condición de seres humanos:

“Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.” Martin Luther King

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