Visión CR

La triste historia de Saprissa



Erwin Wino Knohr, periodista y entrenador deportivo

Hay un equipo. En San José hay un equipo de futbol, como lo había hace 87 años en 1935, y algunos dicen que está bien que lo haya , porque lo había desde hace 87 años.

Deportivo Saprissa, 1947


En San José, hace 87 años, las mujeres de la clase alta vestían prendas como el corsé, con la llamada silueta o talle avispa, que empujaba el busto hacia arriba, estrechaba la cintura y la falda ajustada a las caderas se ensanchaba en forma de campana al llegar al suelo.

Las de menos dinero usaban vestidos largos, cubriendo los zapatos, algunas con adornos en los sombreros. Los niños lucían pantaloncillos cortos hasta las rodillas, y los hombres con trajes oscuros y sombreros, resguardándose en casas de adobe y techos de teja. Y había un equipo de futbol, como ahora, y algunos dicen que está bien.

Por aquellos años se hicieron frecuentes los anuncios de servicios mortuorios, donde se promocionaban los ataúdes de roble o nogal, donde se transportaba el féretro en carrozas remolcados por enormes caballos llamados percherones, flores, candelabros y velas de esperma, cebo de chivo o de harina.


El novenario era otro motivo para que las familias se lucieran y si no tenían recursos los vecinos siempre colaboraban. Durante esos días de rezo y para hacer honor a la tradición, los asistentes terminaban abarrotándose de pan, café, cigarros, aguardiente, picadillos de papaya, arracache, bizcochos, rosquetes, chicha de piña, toronja o de maíz.


Pero el negocio no estaba solo en la muerte. La enfermedad también fue una mina de oro para los boticarios, ya que desde Europa llegaban personas al país trayendo ungüentos y pócimas con propiedades curativas y que, además, ofrecían mejores resultados que las tradicionales hierbas para aliviar los males infectocontagiosos, tan comunes en ese momento.

Estadio Ricardo Saprissa


Hay un estadio. En Tibás hay un estadio, el Ricardo Saprissa construido en 1972. Algunos dicen que está bien que lo haya, porque no había hace 87 años. En Tibás hace 87 años jugaban los niños y los jóvenes en los potreros y las calles empolvadas, ahora lo hacen en  canchas sintéticas y de zacate, alquiladas, algunos dicen que está bien. Aquí también en Tibás hay un equipo, aunque este Saprissa, por ahora, se quedó sin su ADN, combustible para mover el motor, y solo es chasís y  carrocería.


Hace nueve años llegaron nuevos boticarios a este equipo, y llegaron ahí porque se lo compraron a un mejicano, un negociante del futbol, que tenía la visión que las Ligas Menores es el presente y el futuro del futbol.


El 19 de mayo del 2021 trajeron un Angel, que a su vez trajo como en el año 1935 ungüentos y pócimas del Viejo Continente, que le dieron esperanza a los más incrédulos. En el primer mes de su  aparición el equipo salió campeón y prometió trabajo, y traer jóvenes talentos de Limón, Guanacaste y de las Escuelas de Futbol para desarrollarlos y sentenció que sacaría jugadores capaces de jugar en el primer equipo y fueran exportables.

Algunos lo celebraron, y otros lo aceptaron, porque creían que era el remedio futbolístico y económico para el equipo, como los unguentos que trajeron los boticarios por aquellos años de 1935 que curaban todos los males. Después se alegraron de tener ese Angel, inteligente, preparado, conocedor, con ideas frescas, verbo convincente con acento extraño, y remedios diferentes a lo que venían utilizando. 

Juan Carlos Rojas presentó a la nueva contratación morada

“Vengo al Real Madrid de Centroamérica”, dijo  a su llegada. Por la veracidad en sus palabras, en la Federación Costarricense de Fútbol lo nombraron en la Comisión Técnica, una comisión encargada de  asesorar y vigilar el trabajo de los entrenadores de las selecciones nacionales.

A su llegada al Real Madrid Centroamericano su primera decisión fue cambiar los entrenadores de Liga Menor por técnicos más capacitados, advirtiendo que el dinero que les pagarían no fuera un obstáculo, lo importante era el profesionalismo que cada uno demostrara. Para el primer equipo contrató jugadores al estilo de “Money Ball, la película, que no estaban en el radar del resto de equipos o casi fuera de la competencia por falta de presupuesto, por lo que el nivel de este Real Madrid se cayó.

De las Ligas Menores envió dos jugadores al Inter City FC . Este equipo  jugó en uno de los torneos distritales de España. Salió campeón y este próximo torneo, 2022 – 2023, jugará a nivel nacional donde participan 90 equipos divididos en cinco grupos de 18 equipos cada uno.

Todos, bueno casi todos: entrenadores, dirigentes, representantes, gerentes deportivos y jugadores, “envidian los goces futbolísticos de Europa”, pero para disfrutar de esos goces europeos hay todo un océano que separa a nuestro futbol que no está preparado para que jóvenes figuras, sin una preparación adecuada,  se consoliden de un campanazo. Para triunfar se necesita pasar por pruebas severas: privaciones, disciplina, perseverancia, esfuerzo, conocimiento, inteligencia y tener talento.

Pero, ¿qué es el talento en un jugador? ¿El que  hace 50 o 100 toques sin que se le caiga la pelota? ¿Cuando corre la banda como un galgo, o hace un regate, un caño, pasa entre dos jugadores rivales o mete un gol? Voy a la definición más simplista dicha por Arsen Wenger, ex entrenador inglés, que durante años realizó estudios sobre el tema:  “Los jugadores talentosos, los mejores, son los que  diez segundos antes de recibir la pelota escanean, (miran a su alrededor), seis u ocho vences antes de decidir que van a realizar, los buenos escanean de cuatro a seis veces y el resto sencillamente no sabe que hacer con la pelota”.

Fabricio Alemán

Fabricio Alemán, delantero de 19 años, fue uno de los escogidos como uno de los talentos del futuro del equipo, según un reciente análisis del Periódico La Nación.

Jostin Tellería

A este equipo español, Inter City FC, fue enviado con un contrato de préstamo por dos años y opción de compra,  el jugador de 34 partidos, (3.060 minutos), jugó 153 minutos. No anotó y tampoco realizó ninguna asistencia a gol y lo regresaron un año después.

Jostin Tellería, delantero de 19 años, otro de los talentos según el Periódico La Nación enviado también al Inter City FC su accionar fue desapercibido. De 3.060 minutos posibles de juego  solo lo hizo durante 13 minutos, (12 en el tercer partido y un minuto en el juego 17) y también lo regresaron.

Pero las pócimas y ungüentos fueron suficientes para que ambos jugadores los seleccionaran para participar en el premundial Sub-20 donde Costa Rica quedó eliminada. Será que los entrenadores de la Federación Costarricense de Futbol escogen los jugadores para una Selección Nacional por recomendaciones, presiones, las redes sociales, lo dicen los medios de comunicación, pedigrí de los equipos, por algún ángel que los protege o un representante explosivo? O acaso se esmeran en descubrir si en realidad tienen el potencial, el talento para integrar una Selección Nacional?

Catorce meses después del arribo del Angel al Real Madrid Centroamericano, aún no logran vender jugadores producidos en las Ligas Menores, ni establecer un equipo sólido en la primera división, que cambia jugadores y entrenadores cada dos o tres meses.


La Pandemia, la excusa de la Pandemia, dicen los boticarios, se encargó de frenar  la planificación, los ingresos y establecer una sólida  estructura futbolística. Hace 87 años no había internet, no había televisión, no había estadio. Había solo un patrocinador que regaló los uniformes del equipo por lo cual le pusieron su nombre: era un salvadoreño de origen catalán y nacionalizado costarricense: Ricardo Saprissa, que se encantó con el equipo fundado por Roberto Fernández y que jugaba en la vecindad del Barrio Los Ángeles de San José. El señor Saprissa se esmeró en apoyar a los jóvenes y niños como el futuro del futbol y de este equipo.


Ahora muchos dicen, ay ese Angel  no era lo que creíamos, como si alguna vez una persona fuera lo que los otros creen. Y dicen los padres de familia, ay,  nos engañaron, cuando nos dijeron que nuestros hijos dejaran de estudiar y se dedicaran al futbol porque ahí tenían asegurado el futuro, al convertirse en jugadores en el equipo principal, y luego ser contratados en los clubes de nivel  mundial.


Quizás deban buscarse los culpables en las personas que no pensaban en ideas, pensaban en señores y no tenían un plan; ahora, de pronto, todos descubren que se sorprenden y asustan por el futuro que ellos mismos crearon. Ya no hay carrozas jaladas por percherones, ni novenarios donde  los asistentes terminaban abarrotándose de pan, café, cigarros, aguardiente, picadillos de papaya, arracache, bizcochos, rosquetes, chicha de  piña, toronja o de maíz. Ahora hay todo un mundo diferente lleno de laberintos llamado futbol.

Hace 87 años había un equipo de futbol en San José, como lo hay ahora en Tibás, y su fanaticada dice que está bien que haya, porque lo había desde hace 87 años. En algún momento sus aficionados pasaron a ser su bandera, su himno, su cultura, símbolos cada vez más simbólicos, pero que siguen administrados, parecido, como lo hacían hace 87 años en la fábrica de uniformes de Ricardo Saprissa.

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