Carlos Manuel Echeverría, ex viceministro de Planificación
Según el Investment Monitor’s 2022 en su índice de desenvolvimiento (performance) de la inversión extranjera directa (IED) que los países atrajeron en 2021 en base a los proyectos llamados metafóricamente Greenfield investments (Inversiones campo verde), Costa Rica fue el que más recibió en relación con su Producto Interno Bruto. Recibió un puntaje de 13.39, lo que quiere decir 13.39 veces lo que recibe un país promedio.
El segundo fue Macedonia del Norte en Europa, su membresía plena a la Unión Europea en proceso, con 11.49. Después siguen los EAU, Croacia, Serbia, Estonia y Bahrain, Singapur, Bulgaria y Rumania. China es último en la lista. Interesantemente, varios de los países que lideran son miembros recientes de la Unión Europea o en proceso de serlo. Otro es una poderosa unión de emiratos árabes. Costa Rica los superó a todos.
Un Greenfield investment se da cuando una empresa cuya casa matriz está domiciliada en un país, crea una subsidiaria y operación en otro desde la base hacia arriba, lo que puede incluir todo tipo de facilidades logísticas.
En lo personal me llena de satisfacción este tipo de noticias porque me hace pensar y repetir con convicción que,si se puede, si se puede… Al hacerlo pienso en tantas mipymes en desarrollo, con tantos jóvenes involucrados que se pueden beneficiar de esta modalidad de IED por la vía de los encadenamientos productivos o el impacto positiva de aquellas (las IED) en la economía nacional. Sin embargo, el regocijo, no nos debe llevar a la autocomplacencia.
Como “pasé por donde asustan”, como director suplente del BCCR a fines de los años ochenta y principios de los noventa, tengo una fijación con la necesidad, siendo Costa Rica un país pequeño, de captar divisas por la vía de la exportación de bienes y servicios incluyendo al turismo, la que podríamos llamar industria de captación de divisas sin chimeneas. Así mismo, para que la economía funcione bien, debe haber disciplina en el manejo de las variables propias de la Ciencia Económica y cumplimiento de las obligaciones ciudadanas, tanto de personas físicas como jurídicas.
Un ambiente económico favorable y en equilibrio no se logra manipulando los elementos que componen la ciencia económica sin prever su impacto amplio. Una cosa es una política keynesiana contra cíclica temporal y otra es dejar que el estímulo keynesiano se vuelva en parte de la economía. No es conveniente generar presión sobre el tipo de cambio dificultando la importación o creando dificultades al exportador. La inflación, un impuesto curel dicen algunos acertadamente, está fuera de la ecuación excepto cuando es mínima.
Por lo anterior y otras razones es que corresponde recomendar a las autoridades del Poder Ejecutivo y al Congreso que sean prudentes, especialmente cuando de la generación de inflación internamente originada se trata, la que viene cuando hay exceso de oferta monetaria vis a vis la producción, política keynesiana mal aplicada o se distorsiona la economía al imponer medidas que la distorsionan cuando la relación costo/beneficio es desfavorable.
Una ambiciosa política social no es posible si no hay producción competitiva que la sustente. Tampoco es posible una política ambiental que contribuya al equilibrio mundial y a nuestra sostenibilidad. Por ello, promover una política social agresiva sin facilitar antes la producción competitiva que genere el cacao para hacer el chocolate, basadas en las ventajas comparativas (tendencia estática) y el desarrollo de las competitivas (dinámicas) es mala idea, como lo es también pretender ser productivamente competitivo basándose en puestos de trabajo explotadores del ser humano. La tendencia en el largo plazo será el efecto contrario.
Aprovechemos el atractivo de Costa Rica a la inversión extranjera, ahorro de otros que se nos entrega por la confianza y posibilidades de reproducción que estamos generando. Fuera la economía vudú (mágica) que todavía pregonan algunos, inclusive desde una curul.
Mantengamos la disciplina y hagamos de Costa Rica un país sostenidamente productivo y competitivo creciendo a altas tasas, con posibilidades de llegar a ser desarrollado en un plazo previsible, donde “la lluvia moje” a toda la ciudadanía. Es un reto ineludible para el sector público y el no público en conjunto.
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