Visión CR

“Discurso mesiánico y autoritarismo toman fuerza en Costa Rica”

Adriana Núñez, periodista Visión CR

“Debemos reconstruir la democracia inclusiva y solidaria” (Eric Solera, sociólogo)

Si hay algo que muchísima gente ha visto es que nuestra sociedad, especialmente en las últimas décadas, ha sido afectada cada vez más por comportamientos marcados por la insatisfacción, violencia, ambición, egoísmo e indiferencia, entre otros factores, los cuales se exacerbaron no solo por el impacto de los frustrantes casos de corrupción en instituciones públicas y privadas en los últimos dos lustros, sino también -más recientemente- como consecuencia del obligado período de confinamiento y los ajustes en los hábitos e interacciones sociales que la pandemia de Covid 19 trajo consigo.

Circunstancias que han calado tan hondo en los costarricenses que incluso han transformado nuestra idiosincrasia y nos han encauzado por rutas que lejos de ayudarnos, pareciera afectan negativamente el desarrollo colectivo y nuestros valores.

Para comprender mejor estos cambios, Visión CR ha sostenido una interesante y esclarecedora conversación con el sociólogo Eric Solera Mata, quien se desempeña como docente en la escuela y en el Posgrado de Sociología de la Universidad de Costa Rica, donde él mismo recibió su sólida formación académica.

Persona afable, educado y excelente interlocutor, Solera ha expresado puntualmente algunas situaciones que estarían afectando la concepción de muchas personas en torno a temas que han sido vitales para nuestra vida en sociedad, como lo son la democracia, la solidaridad y el Estado social de derecho.

La transformación que ha marcado al país

“Como un marco histórico del cual partir, yo colocaría la transformación experimentada por nuestra nación a partir de los años 80, la cual supuso la adopción de un modelo de desarrollo muy diferente al que tuvimos a partir de la fundación de la Segunda República” nos indicó Eric Solera.

“Los cambios en la organización social, política y económica incidieron también en la cultura y los valores; por ello, tenemos ahora una Costa Rica muy distinta a la que por aquellos años habíamos construido. Ha sido un proceso más lento que el de las transformaciones realizadas en la década de los años 40, pero que ha ido modificando acuerdos fundamentales en función de un modelo económico que se ha inclinado más por el mercado, transformando nuestras visiones del mundo hacia un sentido común neoliberal, mientras que antes apostábamos por otro tipo de concepciones”.

La erosión sufrida por valores tales como la solidaridad, ha reconfigurado el sentido común de muchos costarricenses )Foto archivo)

En cuanto al comportamiento de los ticos, Solera agrega que “se denota un mayor individualismo que nos ha orientado hacia formas de vivir en las que prevalece el discurso de ¡sálvese quien pueda! en contraposición a la política social que promovía un Estado solidario, según el modelo que se incorporó en los años 40.”

La erosión sufrida por valores tales como la solidaridad, ha reconfigurado nuestro sentido común al punto que hoy muchos atacan dicho modelo calificándolo de “paternalista” e incluso de “alcahueta”, indica el sociólogo, quien agrega que los cambios podrían tener “connotaciones aún más destructivas” frente a distintas políticas públicas en el campo de la salud, la educación, etc. que otrora eran fundamentales como mecanismos de integración social.

Una identidad poco solidaria

“Considero que en nuestros días una lógica que nos concibe meramente como clientes -sujetos de consumo- y menos como ciudadanos, puede erosionar la base cultural de la solidaridad institucionalizada. Cuando dejamos de creer en el modelo solidario, un fundamento indispensable de la convivencia democrática se afecta, capitalizando nuevas formas de existencia colectiva e identidades con menor empatía hacia las demás personas y más centradas en sí mismas y en la sola satisfacción inmediata de sus demandas individuales”.

Según Eric Solera, incluso en los mensajes de los medios de comunicación de hace 40 años, se puntualizaba la importancia del desarrollo colectivo y se mostraban las obras como parte de un esfuerzo conjunto entre la sociedad y el Estado. “Actualmente, los contenidos de los mensajes mediáticos son cada vez más superficiales. No se remiten a los proyectos de vida colectiva de la sociedad sino a figuras de consumo, muchas de ellas sin contenido relevante” subrayó.

Pero de acuerdo con el analista, “la dinámica se extiende aún más allá; se empobrece el debate público y se descalifican las voces que no calzan con ese sentido común centrado en el mercado. Por ejemplo, si a alguien se le ocurre disentir con argumentos al pie de una noticia sobre temas económicos, inmediatamente es atacado por una maquinaria de desacreditación que le señala que si no es empresario y no ha sacado adelante un negocio, no tiene derecho a opinar, hasta el punto de tratarlo incluso, como una especie de “parásito social”.

Para un sector cada vez más notorio de la opinión pública “solo tiene voz el agente económico; artistas, pensadores, analistas, educadores, etc. son inmediatamente descalificados”.

Violencia y antivalores en expansión

“Estamos frente a una preocupante transformación en las formas de convivencia social, donde generalmente a través de la computadora, el celular, las redes, etc. se manifiesta un doble discurso en su máxima expresión, mediante el cual la gente saca a flote sus vetas violentas y su falta de empatía”.

Explica Eric Solera, que en consecuencia, en el marco de esta dinámica que se ha desarrollado desde los años 80, a la educación se le han dado varios golpes de gracia de los que no nos hemos podido recuperar. “En términos de inversión, la baja fue notable. Aunque en los últimos gobiernos, a partir de la segunda gestión de Oscar Arias, hubo un esfuerzo importante en la recuperación de dicha inversión, este impulso declinó nuevamente desde el año 2017. Es grave y de largo plazo, la factura pendiente en materia de educación y salud”.

“Los mensajes mediáticos son cada vez más superficiales. No se remiten a los proyectos de vida de la sociedad sino a figuras de consumo, muchas de ellas sin contenido relevante”.

Tal y como lo señaló el sociólogo Solera, un ejemplo claro de esos “pendientes” lo vemos “en generaciones que en los años ochenta fueron expulsadas del sistema en gran medida debido a los recortes en educación. Personas que aún no se pensionan y que tienen pésimos trabajos; padres, madres y ambientes familiares afectados por la falta de oportunidades y baja calidad de vida; hogares deteriorados por la carencia del valor del conocimiento, debido a que no tuvieron opciones para experimentar el alcance potenciador de oportunidades de la educación”.

“Cuando la educación pública en lugar de revertir la exclusión, la reproduce, tenemos un grave problema, porque la educación pública debe ser una gran generadora de oportunidades. Esa es su vocación fundamental”.

El discurso prepotente está prevaleciendo

Al reflexionar en torno a la dinámica agresiva que se está dando especialmente a través de las redes sociales y de ciertos espacios informativos, tanto en medios de comunicación como desde instancias oficiales, Eric Solera nos expresa su preocupación por las frecuentes manifestaciones de autoritarismo que encuentran resonancia en políticos y figuras públicas.

“Con todo respeto, considero que el actual presidente, Rodrigo Chaves, alimenta esas actitudes autoritarias. Esas vetas eran políticamente incorrectas hace varios años; no obstante, ahora se ven validadas por discursos y personalidades que actúan de esa manera” indica el sociólogo.

“La idea mesiánica del hombre fuerte es negativa, aunque lamentablemente sea una de las consecuencias del debilitamiento de nuestras instituciones que, al no brindar respuesta a las necesidades de la gente, han creado un vacío en el cual se ha ido introduciendo el discurso autoritario como alternativa”.

“Parte de ese sentido común general, ha asimilado las coincidencias con el tipo de discurso agresivo y prepotente porque otras rutas de acción no les funcionaron ni les ayudaron a resolver sus problemas. Por eso, muchos ciudadanos se están desenganchando de instrumentos y valores propios de la concepción republicana democrática”.

Pero lamentablemente, ello afecta ámbitos tan importantes como lo son -en un estado de derecho- la presunción de inocencia, “pues ahora, a cualquiera lo juzgan a priori por opinar diferente y pueden lastimarle hasta la reputación”.

El sociólogo Eric Solera Mata dijo que le preocupa que el discurso del presidente Rodrigo Chaves alimente “!actitudes autoritarias” (Foto archivo)

Subraya que a pesar de que en nuestra sociedad existe una enorme sensibilidad en torno a la corrupción, en otros aspectos se legitiman acciones totalmente irregulares.

“Hay mucha carga emocional que nubla el raciocinio porque el accionar de quienes se sienten empoderados es muy bullicioso” nos dice Solera Mata y agrega: “ya no se debate, se ataca y descalifica a quien se atreva a expresar una opinión diferente. Lo más preocupante, es que dichas actitudes tienen eco en figuras de alta exposición pública”.

La situación, a la que -según el sociólogo Eric Solera- se suman los errores de partidos políticos e instituciones que perdieron el sentido de los proyectos nacionales integradores y de largo plazo, está logrando crear un estilo y un clima político que hasta ahora no se había capitalizado a nivel gubernamental. Y que lamentablemente “puede erosionar las bases de los valores republicanos y democráticos costarricenses”.

Estima que también en el plano cultural hay alteraciones que permean inclusive los discursos religiosos, “pues algunos practicantes de distintas denominaciones combinan sus mensajes de espiritualidad con juzgamientos, insultos y acusaciones, sin que ello les provoque mayor discrepancia, lo cual denota que algo se quebró a lo interno de dichas concepciones y que no se están alimentando la empatía y la compasión que se consideraban consustanciales a las experiencias religiosas”.

Vacío de liderazgo da lugar a propuestas “mesiánicas”

Al panorama actual, según Solera, hay que agregarle un “vacío de liderazgo” en parte porque muchas figuras políticas, religiosas, profesionales, intelectuales, se sienten “muy amenazadas y descalificadas” ante la pérdida del valor democrático del debate y han preferido quedarse al margen.

“Definitivamente hay que volver a reencontrarse con la gente pues es claro que gran parte del segmento poblacional del país que está alimentando actitudes violentas y autoritarias se siente muy defraudado y excluido por las formas políticas y las rutas de desarrollo que se han seguido. Además, la institucionalidad política se instrumentalizó y se entregó a grupos de poder económico frente a los que surgen -como supuesta alternativa- mesías políticos que lo prometen todo y de manera inmediata. Para los sectores populares, frustrados y afectados como están, es fácil conectarse con ese tipo de discursos”.

Para finalizar, Eric Solera se refirió a la volatilidad en que se ha sumido a la sociedad. “La incertidumbre nos está marcando en distintos ámbitos incluyendo el laboral. Mientras en el pasado la educación, la salud y el trabajo solían promover mecanismos de seguridad social, de arraigo social, de configuración de trayectorias de vida de largo plazo, ahora esas herramientas se han desgastado y la gente vive de lo transitorio, de lo inmediato y urgente. Cuando todo está marcado por una constante movilidad e incertidumbre, nadie puede arraigarse” explica el sociólogo.

“En Costa Rica pareciera que algunos esquemas laborales e institucionales que se promueven basan su éxito en producir incertidumbre, lo cual nos expone a grandes pérdidas como sociedad. De cara a esa situación, debemos enfrentar la crisis, percibiéndola como una oportunidad para reconstruir las bases de lo que nos permitió crecer como colectividad. Una democracia inclusiva y solidaria. Es desafiante, pero no imposible”.

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