Nivaria Perera
Los “tilins” en el ama hacen de los recuerdos nuevas vivencias de experiencias gratísimas y no tan gratas, brotan, entonces, los lagrimones de lo más profundo del ser cuando nos estermecen los recuerdos, las nostalgias.
Corren a poblar, entonces, de imágenes no solo de acontecimientos sino nos imaginamos olores, retratos concatenados, fotografías unas con otras y van apareciendo esos detalles olvidados, no solo materiales sino personas, esos seres de carne y hueso que atizaron esos eventos y les imprimieron su sello a esos minutos cúspides.
Es así como oímos con atención a quienes cuentan hechos históricos, y nos sentimos identificados con las arquitecturas patrimoniales, tan pocas nos han dejado, tanto en el país como cuando tenemos la oportunidad de viajar a la vieja Europa, Egipto, Medio Oriente como en algunas ciudades latinoamericanas. ¿Y, qué buscamos?, si no beber, zambullirnos en los hechos que esos muros, campanarios, adoquines, callejeros, balcones, puertas y ventanas testigos mudos de hechos de relevancia personal y social.
Cómo dejar atrás el pasado, las casas viejas, las amistades de antaño, los amores viejos y no digamos recuerdos, son vivencias puras que nos hicieron vibrar en ese momento no efímero sino vivido a plenitud.
No, no estoy plagada de nostalgia, la vida tiene su finitud y la mía, espero tenga cuerda para rato.
En el tanto es totalmente inaceptable que, porque el techo de mi casa se esté cayendo, o las paredes estén enmohecidas dejarla para que sea invadida por indigentes y advenedizos.
He vivido en mi casa, desde mi concepción, y como otros familiares hemos acudido a dar mantenimiento, a reformar y dar luz y calor a sus habitantes. Claro muchos han volado lejos, han formado sus propios patrimonios y tienen sus propias vivencias.
Sucede, así como con los viejos amores que nos hicieron temblar al recordar el contacto de esa mano, de la caricia tierna o atrevida dejada atrás y sustituida por otra, pero jamás olvidada. Así las amistades viejas, esas que con solo oír la voz nos reconectan con esas queridas amigas y amigos de infancia, de adolescencia, de estudios y al calor del café nos brincamos años, décadas y restablecemos ese hilo mágico del amor fraternal.
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