Visión CR

Amar a las mascotas es respetar su esencia

Adriana Núñez, periodista Visión CR

Podemos amarlos pero sin intentar transformarlos en lo que no son.

Así como los derechos humanos se han ido entendiendo y fortaleciendo a partir de la toma de conciencia de las distintas sociedades libres y democráticas del mundo, así también los derechos de los animales han captado la atención de millones de personas, en la mayoría de los casos gracias al esfuerzo de organizaciones internacionales y locales, que han logrado visibilizar las necesidades -distintas- tanto de los que se consideran “mascotas” y pueden acompañarnos cotidianamente, como de aquellos que pertenecen a la vida silvestre y por ende no deben separarse de su hábitat natural.

En esta oportunidad vamos a referirnos a los perros y los gatos, dos de los animales que mayoritariamente ocupan un sitial de privilegio a lo interno de nuestros hogares, y sobre los cuales en nuestros tiempos, en muchos casos pesa una desacertada tendencia a querer convertirlos en muñecos de peluche, en sustitutos de los hijos o en juguetes de exhibición, costumbres que contradicen las reglas que los expertos consideran importantes para que la tenencia de mascotas sea responsable y sobre todo, respetuosa de la esencia de cada animal.

Es indiscutible que todos los que hemos tenido o tenemos animales de compañía, desarrollamos fuertes lazos emocionales con nuestras mascotas, las cuales generalmente, nos agradecen con inmenso cariño y devoción, todo aquello que hacemos por ellos. Pero también es cierto que cuando las mascotas acompañan a personas sumamente solitarias y necesitadas de afecto, las probabilidades de que se interprete de un modo hondamente emocional las actitudes del animal son mucho mayores y en ocasiones, llevan a los dueños a irrespetar la esencia del animal y a trastornar su mundo.

Por ello, si nos tomamos el tiempo de consultarle a los expertos en derechos de los animales, nos daremos cuenta de que las organizaciones más reconocidas en la materia se oponen a la humanización de las mascotas pues consideran que ello constituye una forma más de maltrato.

El cariño hacia nuestras mascotas debe traducirse en respeto por las características de cada especie y responsabilidad en la tenencia (Foto de National Geographic con fines ilustrativos)

Así lo señalan especialistas tales como Moisés Heiblum, académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, México, quien señala que “tratar como humano a un perro o gato, desdeñando sus propias formas de comunicación, organización social y reglas de convivencia, limita su bienestar al generarles un alto grado de ansiedad”. Adicionalmente, al interpretar sus gestos como si fuesen expresiones humanas, se tergiversan por completo las preferencias del animal y su instinto.

Esa tendencia a humanizar a las mascotas no tiene nada que ver con el amor y los cuidados que se les deben prestar, por lo que es preciso tenerlo claro para evitar causarles daños a esos seres especiales que conviven con nosotros y que efectivamente, tienen un lugar importante en el seno de la familia. Podemos amar a nuestro perro o a nuestro gato de manera incondicional, pero no como si se tratara de un niño pequeño, pues para que las mascotas sean verdaderamente felices necesitan respeto por su autonomía y necesidades propias de su raza.

Lazos ancestrales entre humanos y animales

Según una publicación de National Geographic de España, “los perros fueron los primeros animales en ser domesticados por el hombre hace entre 20.000 y 15.000 años, probablemente cuando los lobos que vivían cerca de los asentamientos humanos empezaron a merodear alrededor de éstos en busca de alimento” hasta que posteriormente le perdieron el miedo al hombre.

En cuanto a los gatos, la investigación indica que “la prueba más antigua de relación entre gatos y hombres fue el hallazgo de un gato montés enterrado con un humano en Chipre hace unos 9.500 años. Además, como ya sabemos, los egipcios los tenían en buena consideración, los domesticaban e incluso les administraban tratamiento médico hace unos 4.000 años”.

De conformidad con la Comunidad Veterinaria Global (WSAVA por sus siglas en inglés) las personas y los animales han tenido asociaciones cercanas a lo largo de la historia debido al vínculo que se describe como una relación mutuamente beneficiosa para la salud y el bienestar de ambos Dichas interacciones entre humanos y animales incluyen cualquier situación en la que haya contacto a nivel individual y cultural.

Múltiples estudios en salud humana han proporcionado evidencia científica de que las mascotas pueden influir en la salud física y emocional humana, minimizar la depresión y mejorar las interacciones sociales entre las personas (Takashima y Day, 2014) Pero también indica la organización que…”se ha identificado la necesidad de directrices universalmente aceptadas para el bienestar de los animales de compañía”.

Nuestras mascotas necesitan tiempo de calidad , ejercicio diario y espacios donde movilizarse con facilidad (Foto archivo Purina)

¿Están los animales sanos y tienen lo que quieren?

Para los expertos esas dos preguntas anteriores son fundamentales, pues implican no sólo la responsabilidad de proveer entornos saludables, alimento y vigilancia veterinaria a nuestras mascotas, sino también darles cariño sin pretender convertirlos en lo que no son; es decir, respetando sus diferencias e instintos básicos. Por ello, el término bienestar animal, incluye: “confort físico y psicológico, social y ambiental de los animales”

Algunas de las recomendaciones puntuales para lograr estos objetivos son las siguientes:

*Proveer alimento y agua de acuerdo con la especie y necesidades nutricionales como también asistencia médica veterinaria que evite o controle lesiones, enfermedades y dolor.

*Generar espacios que provean comodidad en relación al descanso, temperatura del sitio y facilidad de movimiento; además, que se les permita realizar actividad física diaria

*Brindar afecto a través de acciones tales como: peinado, caricias, juegos, entrenamiento, socialización y recreación conjunta

*Evitar ambientes en los que los animales sientan dolor, miedo, angustia y estrés.

*Permitir la relación con otras especies animales Y promover espacios de enriquecimiento ambiental con juguetes, olores y diferentes actividades. Por ejemplo, en los perros, el olfateo durante una caminata es fundamental.

*Aplicar buenas prácticas para el manejo animal que evite su estrés. Por ejemplo, saber en qué forma cogerlo, alzarlo, movilizarlo, etc. Premiar a la mascota cuando realiza actividades de forma adecuada y darles tiempo de calidad.

Los perros no deben permanecer encerrados ni solos por mucho tiempo. Tampoco deben quedar en manos de niños sin supervisión parental (Foto Archivo)

Lo que NO se debe hacer…

Por otra parte, también existen sugerencias puntuales de cuáles son las cosas que NO debemos incentivar pues resultan NEGATIVAS para nuestras mascotas. Entre ellas:

*Forzar a un animal a realizar una actividad física sin tener en cuenta la raza, edad y peso.

*Realizar cualquier acción violenta que perjudique físicamente al animal. Por ejemplo: gritarles, golpearlos, amenazarlos o amarrarlos.

*Evidenciar algún cambio en la salud del animal y no buscar la atención médica profesional, suministrando alimentos o medicamentos sin conocimiento, que generalmente son inadecuados.

*Generar aislamiento: dejarlos encerrados y solos por mucho tiempo o en oscuridad, hacinamiento o sitios malolientes. Tampoco se debe dejar a los animales en manos de niños y/o niñas que no sean vigilados por sus padres o que éstos sean permisivos en cuanto al manejo inadecuado de los animales. Por ejemplo, cuando se usan como juguete y existe peligro de que los pueden lastimar.

*Intentar que el animal adopte conductas humanas que alteren su bienestar.

*No controlar la emisión de comportamientos agresivos. Algunas personas estimulan a sus perros a participar de ambientes hostiles y peleas.

*Desconocer las características de la especie y raza de nuestra mascota y restringirles el desarrollo de conductas naturales de cada especie.

*Molestarse porque el animal ladra y no educarlos para realizar sus necesidades fisiológicas.

Adicionalmente se considera altamente contraproducente destetar animales a temprana edad, sobreprotegerlos, no permitirles una sana interacción con otros animales, disfrazarlos como niños, darles los mismos alimentos que consumen los dueños e incluso, bañarlos con mucha frecuencia o insistir en acariciarles la cara, algo que es sumamente invasivo de su espacio.

Respeto, cuidados, un entorno adecuado, educación, afecto e independencia son clave para una sana interacción con nuestras mascotas.

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