Jimen Chan, periodista
• Estoy utilizando el mismo marco teórico y comparando la investigación original sobre Donald Trump en la política de los EE.UU, con el análisis de Rodrigo Chaves en Costa Rica, el cual revela desconcertantes similitudes, prácticamente eliminando lo poco que solo se le puede atribuir al primero
• Muy a menudo se argumenta que “la democracia no es perfecta, pero que es lo mejor que tenemos”, obviamente que la nuestra no se la puede comparar con las de Nicaragua y el resto del istmo, Venezuela, Rusia, etc., por ejemplo
• Está en juego en nuestro país, en estos momentos, bajo un constante ataque por el Presidente Chaves a la prensa y a los periodistas, el derecho del pueblo a ser informado con la verdad por los medios informativos tradicionales
• La prensa, representada por diversos medios independientes, es lo mejor que hemos tenido por siglos, y la existencia de las redes sociales, que se suponía democratizaría el sistema, más bien lo ha inundado con falsedades (el 80% según diversos estudios), que circulan como verdades y constituyen la única fuente de información de la mayoría, especialmente la población de menor educación
• ¿Cuál es el mejor sistema, el de Nicaragua, Rusia, Venezuela, etc.? ¿Con qué proponen sus críticos sustituir el paradigma vigente de la información periodística? Si la información no fluye libremente, transparentemente ¿en dónde vamos a conseguirla para poder evaluar el trabajo de un Gobierno?
* Si alguien se pregunta por qué Chaves promueve eliminar la obligatoriedad de vacunarse contra el SARS-CoV-2, pese a que la ciencia recomienda lo contrario, igual respecto al uso de las mascarillas, siga leyendo y usted mismo encontrará la respuesta
Todos los movimientos políticos que refutan a las clases dirigentes convencionales en las democracias liberales y representativas, echan mano de los elementos más sentimentales que racionales, y no sólo se aprovechan del malestar sino que coadyuvan decisivamente a crearlo y a magnificarlo.
El populismo de ahora, y de siempre, ha manejado más las persuasiones emotivas que los criterios de racionalidad y veracidad. El rigor y el populismo son conceptos contradictorios.
En efecto, la verdad requiere analizar los hechos objetivamente, argumentar sobre la evidencia, exigencias que le dan el gran valor que los profesionales de cualquier ámbito deben luchar por conservar.
En los últimos meses, numerosos medios de comunicación están debatiendo sobre la creciente devaluación de la verdad, refiriéndose a narrativas en boca de políticos -especialmente del Presidente Rodrigo Chaves- influencers y medios de comunicación, las redes sociales, las cuales apelan al sensacionalismo y la conveniencia en la selección subjetiva y parcializada de la información.
DEVALUACIÓN DE LA VERDAD
Actualmente, lo normal no se tolera en un país como Costa Rica, en el que su clase política y sus presidentes tejieron durante la segunda mitad del siglo xx, cuidadosamente, el culto cívico a la legalidad, la transparencia, la propiedad en la comunicación con la sociedad, la corrección política y diplomática (cuando menos en el decir, aunque no siempre en el actuar), etc.
Es evidente que tampoco se trata, solamente, de un desconocimiento de los líderes ante una nueva forma de interacción con los medios, pues un acertado asesoramiento protocolario, en materia de comunicación social, para un Presidente de la República, podría resolver el problema, aunque se sabe que Rodrigo Chaves no lo aceptaría por la evidencia que nos ofrece su comportamiento visible a todos.
Es muy claro e innegable el hecho de que el actual huésped de la Casa Presidencial es una persona políticamente incompetente, errática, arrogante, soberbia, ignorante de lo costarricense (sustituyó nuestra cultura por otras porque se aculturó en el exterior, donde trabajó por varias décadas antes de regresar al país), no únicamente en materia de política nacional o internacional (diplomacia y geopolítica).
Por añadidura –al igual que alguna gente del mundo empresarial y del espectáculo- Chaves no es humilde lo suficiente como para no aceptar sus yerros cotidianos y revolverse furioso contra los medios y los periodistas, a quienes ha acusado de ser los enemigos del pueblo costarricense, con quienes sostiene una ríspida relación (“prensa canalla” integrada por “una fauna de diferentes especies”), cuando lo cierto es que, cada vez más, conforme avanza el tiempo, queda claro que el verdadero peligro para Costa Rica es él.
Invito a los lectores a ver en HBOMAX streaming, el documental “En peligro”, de esta cadena, en el cual podrán constatar que este comportamiento es una estrategia populista, utilizada desde hace años por personajes como Donald Trump, Yair Bolsonaro y otros, para eliminar el papel de la prensa como protectora del derecho a la información de los ciudadanos.
La pugna deriva también del hecho de que Chaves no está acostumbrado al escrutinio, al análisis de su desempeño, a la crítica o al cuestionamiento de sus conductas y de sus dichos, herencia de su paso por el Banco Mundial, además de que se trata de una estrategia para fomentar la exacerbación de las emociones entre sus seguidores.
DOS TEORÍAS COMO MARCO TEÓRICO
Mediante las teorías de la creación de la agenda (Maxwell E. McCombs y Donald L. Shaw, 1977): “los medios de comunicación estructuran en gran parte nuestro mundo de inquietudes y dictan muchos de nuestros intereses. Es decir, la gente aprende a pensar y actuar según los mensajes que recibe de los medios”; y de usos y gratificaciones (Elihu Katz, J.G. Blumler y Michael Gurevitch, eds., 1974): “un abordaje para el estudio de las audiencias mediáticas; sostiene que el consumo del producto mediático por parte de los miembros de la audiencia está motivado y orientado en el sentido de gratificar ciertas necesidades experimentadas individualmente, entre otros conceptos como lectura preferente, retórica, persuasión, etc.”.
Consideremos la breve trayectoria mediática de Chaves, previa a su transformación en “político”; los fundamentos de su éxito, desde su campaña, para “establecer la agenda” (apelando a las ansiedades de sus simpatizantes, luego sus seguidores y finalmente sus votantes), mediante los usos y gratificaciones que ellos han encontrado en sus discursos y propuestas.
EMOTIVIDAD Y VISCERABILIDAD
Se analiza la forma en que todo se recupera, apelando a la emotividad y la visceralidad, más que a la racionalidad entre audiencias notoriamente poco educadas, mediatizadas digitalmente, y que han mostrado ser, por sus circunstancias, altamente sensibles a una retórica nociva.
La situación parece guardar inquietantes paralelos con el pasado, como posible estrategia de comprensión, hay que recordar precisamente las enseñanzas del ayer, puntualizar el desconocimiento de nuestro sistema electoral, el racismo, la xenofobia y el aislacionismo, la pobreza, el descontento, que pudieron ser eficazmente combatidos y, finalmente, derrotados, pero que hoy son utilizados como andamiaje para promover una supuesta visión apolítica, ajena al establecimiento.
La peculiaridad de esta clase de conductas comunicativas es que son más bien simulacros de realidad, buscan atraer audiencias con base en planteamientos algunas veces sensacionalistas, escandalosos, en ocasiones vulgares y hasta riesgosos para los participantes.
Claro, esta clase de “circos” tienen muchísimo público, de muy poca educación.
Sobre todo, Chaves fascina con sus maneras, con sus gestos, con sus ademanes de hombre de “gran carácter”, desafiante, demoledor frente a sus adversarios y, sobre todo, habilidoso gestor para obtener de los demás lo que le es necesario, es decir, un hombre muy exitoso con base en su poder (gerente, no político): para conseguir que otros hagan lo que él quiere o necesita.
ESTABLECIMIENTO DE LA AGENDA
Insistir en una misma dirección es el arte o ciencia de controlar una agenda lo suficiente como para maximizar la probabilidad de obtener un resultado favorable, en tanto muchos procedimientos de elección social tienen la propiedad de que un conjunto establecido de preferencias puede conducir a distintos resultados, si éstas se acomodan en diferente orden, pero existe frecuentemente un margen para el establecimiento de una agenda de carácter manipulativo. El concepto también se usa más ampliamente para referir esfuerzos por cambiar la agenda política añadiendo o retirando asuntos.
Desde que Chaves apareció en escena, conforme su candidatura fue tomando vuelo, los medios y la prensa (que, con excepciones, cubrió noticiosamente la oposición a su candidatura) no podían dejar de seguirlo. El deber de informar se convirtió en un bumerán. Y en un momento el fenómeno se les fue de las manos a los medios informativos. Cuando ya era tarde, se dieron cuenta de que Chaves dictaba los tiempos, creaba las agendas, los temas.
Si el medio es el mensaje, como proponía Marshall McLuhan décadas atrás, debemos asumir que Chaves es idéntico a las redes sociales, desde que era candidato, para fijar sus puntos de vista sobre todos los temas posibles; para diseñar y apuntalar su agenda; para mentir con descaro; para atacar o burlarse sin empacho de sus rivales y enemigos; para dibujar su estilo personal que a su vez se ha convertido en su estilo de gobierno; y, en fin, para crearse no un grupo fiel de militantes, como cualquier otro líder, sino una audiencia como la que lo sigue en Internet, la cual también se aprecia multiplicada artificialmente mediante los recursos algorítmicos en la red de redes. Supuestamente lo apoya, según una dudosa encuesta, cuyos métodos no fueron dados a conocer, más del 90% de la población.
Esta teoría sobre las relaciones entre los medios y las audiencias, enfatiza en las gratificaciones que buscan y obtienen las audiencias de los medios; fue acremente criticada por su énfasis en lo individual y lo psicológico del proceso. Como en todas las teorías no existe hasta la fecha ninguna que sirva para explicar el todo de las relaciones entre audiencias, medios de comunicación y procesos de recepción. Sin embargo, la teoría de usos y gratificaciones tiene un resquicio que hace posible actualmente su eventual aplicabilidad para el análisis del fenómeno mediático y de redes sociales que es Chaves.
El que la teoría de usos y gratificaciones, de la relación de los espectadores con los medios, haya planteado en su nacimiento que se trata de un proceso que ocurre en lo individual y con una fundamentación psicológica en las audiencias, no implica anular la posibilidad de que haya grandes números de espectadores que comparten las mismas necesidades, ansiedades, deseos, fantasías, temores, etc. Esto explicaría, a su vez, la enorme cantidad de admiradores con los que Chaves empezó a contar a partir del momento en que “clasificó” para una segunda ronda, y el número de ciudadanos opuestos al PLN (que votaron en contra de José María Figueres porque éste representaba el statu quo, no a favor de él) que le permitieron su triunfo.
Dicho en otros términos: la teoría de usos y gratificaciones reconoció en los miembros del público de los medios de comunicación, una capacidad real de selección de los contenidos y, a la vez, posibilidades de utilización de los mismos en función de sus correspondientes necesidades en las redes sociales.
El que exista el supuesto de que en esa dinámica relacional los espectadores puedan llegar a ejercer un uso diferencial de distintos contenidos, textos, discursos, etc., de los distintos medios (lo cual, por tanto, conduce a niveles diferenciados de gratificaciones obtenidas por cada miembro individual de la audiencia, pues ésta se distingue, por diversas razones, como la condición socioeconómica, formación académica, edad, género, etcétera), no implica, de ninguna manera, pese a todas esas posibles diferenciaciones en todos los niveles (medios, contenidos, espectadores), que no pueda haber concordancia entre comunidades de espectadores en cuanto a sus situaciones y su atención a determinados productos y los mensajes mediáticos.
GRATIFICADOS PESE A DIFERENCIAS
Esto es como se apuntó, porque el proceso de comunicación ocurre en contextos de situaciones y condiciones políticas, económicas y culturales socialmente estructuradas, en las que pueden existir determinadas necesidades socialmente compartidas por un buen número de los integrantes, que a su vez pueden hacer un “uso” semejante de lo que reciben de los medios, porque comparten deseos o necesidades de gratificación que son comunes entre diversos grupos de la audiencia y pese a sus diversas diferenciaciones.
En este sentido conviene pensar, por ejemplo, que los problemas de un gran sector de la población costarricense respecto a sus “hipotecas”, desempleo, acceso a los servicios de salud, educación de sus hijos, sus anhelos de ascenso social en una sociedad muy competitiva, migración indocumentada, que a su vez se asocia paulatinamente con criminalidad e intromisión de delincuencia organizada relacionada con el narcotráfico, etc., hayan generado por igual en grupos muy diversos, ansiedades y temores similares y, en consecuencia, semejantes necesidades y deseos.
Estas necesidades y deseos condujeron a usos parecidos de medios y contenidos, para tratar de obtener gratificaciones similares en términos de diversión, evasión, alivio emocional a tensiones cotidianas, interacción social, construcción del sentido de comunidad, de identificación o de pertenencia, en términos relacionales, conformación o reafirmación del sentido de identidad, personal y colectiva, ubicación situacional (pertenencia a clase alta, media, desprotegida o debajo del nivel de pobreza), necesidades de información para la vida cotidiana, etc. y, sobre todo, de explicación y comprensión de lo que sucede.
TODOS LOS SECTORES SOCIALES
Chaves llega a todos los sectores sociales -no solamente a la población letrada, culta, que podría desarticularlo en medios serios- porque se comunica preferencialmente a través de las redes sociales (por sus seguidores o algoritmos), que en ocasiones funciona como el reino de la inmediatez, de la banalidad, de la frivolidad y de la visceralidad, de la falta de consistencia argumentativa (como lo muestran precisamente sus cotidianas muestras de intolerancia e irrespeto hacia los demás).
Es decir, una parte del problema es que el mensaje del Presidente apela e impacta efectivamente en esa población iletrada y pobre de la que tanto se habla, que hoy por hoy ha encontrado en el reino de las redes sociales su conexión ideal con el mundo, pero no todo el mundo sino con el mundo de Chaves. Al respecto, no luce descabellado el planteamiento según el cual: entre el mensaje y la percepción ciudadana de lo que está siendo comunicado, hay al menos tres procesos de selección:
1) Los individuos tienden a preferir un medio sobre otro, aun cuando ellos usen distintos medios, tales como periódicos, radio o televisión. Entre más educación tenga una persona, tiende a confiar más en fuentes impresas, tales como libros, revistas y prensa; entre menos educación tienen las personas, tienden a confiar más en (mensajes plenos de) imágenes y sonidos, producidos por sus iguales en las redes sociales.
2) Las personas seleccionan los tipos de mensajes que quieren recibir. Una persona puede ver la televisión muchas horas cada día y escoger evitar las transmisiones relacionadas con política. Y pueden “leer” el periódico sin leer las noticias políticas.
3) Las personas son especialmente proclives a estar alerta a los mensajes con los que están de acuerdo, e ignorar los mensajes que no concuerdan con sus ideas y creencias. Una vez que una persona ha decidido qué grupo (individuo) prefiere, tiende a escucharlos sólo a ellos y no los mensajes de los otros.
RUIDO PARA OCULTAR LA VERDAD
No es sorprendente que los expertos en comunicación de los políticos, frecuentemente encuentren necesaria la utilización del ruido, la música y el drama, para atraer la atención del público aunque las “rabietas” del Presidente terminen prevaleciendo sobre estas estrategias.
El planteamiento anterior, proveniente de estudios de larga data sobre el comportamiento político, no se contradice en absoluto con el hecho innegable de que, en materia de textos disponibles en el ámbito de lo social/comunicacional y los usos y gratificaciones que los espectadores hacen y reciben de los medios y sus mensajes, cuando se da el “feliz encuentro” entre un mensaje o contenido con su espectador/lector/consumidor/usuario preferente.
Los espectadores han elegido aquellos productos de los medios de comunicación, de entre la gama total de textos disponibles, precisamente porque en ellos parece existir un potencial especial, como vehículos para expresar los compromisos sociales y los patrones culturales preexistentes en dichos espectadores.
Existe siempre cierto grado de compatibilidad entre las construcciones ideológicas del texto y los compromisos ideológicos de los espectadores y, en consecuencia, algún grado de afinidad existirá entre el significado que los espectadores producen y aquellos que podrían localizarse a través de un análisis crítico de la historia original.
Estos planteamientos están relacionados, a su vez, con la que se denomina “lectura preferencial” de un texto, concepción de uso corriente en el ámbito de las ciencias de la comunicación, y respecto de la cual se establece que un texto está abierto a una cantidad potencial de lecturas o interpretaciones, pero normalmente se “prefiere” una de ellas (y ocasionalmente, más de una). Esta preferencia se puede averiguar analizando la estructura interna del texto. Según sostiene Umberto Eco, los textos pueden ser abiertos o cerrados.
TEXTOS ABIERTOS O CERRADOS
Un texto cerrado posee una lectura fuertemente preferencial sobre las demás; en cambio, un texto abierto sólo puede ser apreciado en toda su “riqueza” y toda su “textura” (para emplear términos de la crítica literaria) si se hacen varias lecturas simultáneas de él.
Los textos abiertos corresponden más a la cultura elevada, mientras que los textos cerrados tienden a ser más populares, corresponden más a la cultura de masas. La mayor parte de los textos mediáticos masivos (especialmente los digitales) son cerrados en la medida en que indican (“prefieren”) una interpretación (“lectura”) particular, por eso el Presidente apenas habla, pero su mensaje es claro (folclórico) e irrespetuoso: “diputados dejen de jugar de chapitas”, “prensa canalla” de fauna diversa, etc.
Independientemente de los cuestionamientos a los que fue sometida esta teoría, en relación con las distinciones de enciclopedia cultural personal y condición socioeconómica entre autor y lector, lo cierto es que entre Chaves y la gran masa de sus seguidores, pese a que él sea una persona de altos recursos económicos, y formación académica superior, y la mayoría de sus adeptos correspondan a la masa empobrecida de Costa Rica y de poca educación, sí hay una afinidad.
Tan prejuiciado es uno como los otros, los que lo siguen, y tan prepotente y arrogante es Chaves, como son sus seguidores, que hoy por hoy se acepta que se vive “la crisis más grande que ha tenido el país”. Es la población que se encuentra en las zonas menos favorecidas (las costas) y que culpa de su situación a todos los políticos de los gobiernos anteriores.
Otras propuestas sobre la relación entre autor (codificador), texto (discurso) y lector (decodificador), como la de Frank Parkin, según la cual la lectura o decodificación de un texto puede corresponder más a “la respuesta que cada lector da a su propia condición social y no a la estructura del texto”, sirven también para confirmar lo que se ha dicho sobre Chaves.
CONCORDANCIA ENTRE EL MENSAJERO Y LOS RECEPTORES
El discurso de Chaves como candidato fue muy efectivo en la población desempleada o pobre. Si esta población decodifica el mensaje de Chaves más desde su condición de marginados, desamparados económica y culturalmente, poco importa que la lectura del texto se haga desde esa condición de ciudadano desprotegido, más que por la “lectura preferente” del texto que podrían convocar las arengas del candidato que no las ha detenido como Presidente.
Para el caso, la realidad es que existe concordancia entre la que sería la “lectura preferencial”, a la que apela el discurso de Chaves, y la lectura que se hace desde el espectador y su condición de desprotegido, relativamente dependiente.
Lo importante de los planteamientos tanto de Umberto Eco como de Frank Parkin es que recuperan, al igual que la teoría de los usos y gratificaciones de los medios, el rol activo del espectador, el papel participativo del usuario de los productos de los medios, el del público como “agente” en la construcción del sentido, independientemente de la interpelación directa que reciba del mensaje.
Por lo tanto, se establece también que “en la base de esta teoría está una definición de la lectura como la generación de sentido, que ocurre cuando las estructuras del texto se ponen en contacto con los sistemas de sentido y los discursos socialmente establecidos del lector. El texto puede preferir una lectura, pero el lector siempre cuenta con el recurso de sus sistemas de sentido para hacer su ‘propia’ lectura”. Si hay concordancia, “el acuerdo” será casi seguro.
Es decir, se trata de todo un universo de ciudadanos, a final de cuentas de todos los estratos sociales, que comparten un malestar político-económico y sociocultural, y no solamente privaciones económicas, con el agravante quizá de que se trata de un malestar sociocultural que ha estado oculto bajo decenios de educación, y de “transformación” cultural que parecieran confirmar lo contrario.
Especialmente, los efectos de este tipo de comunicación que apela a la construcción activa del receptor, se pueden ejemplificar con los resultados obtenidos en los EE.UU: actualmente, el 80 por ciento de los republicanos siguen creyendo que las elecciones del 2020 las ganó Trump y que Biden accedió a la presidencia por fraude, pese a que se ha demostrado, con la participación de los mismos republicanos, que no hubo tal.
Hasta tal extremo llega esta construcción de los votantes republicanos, que los precandidatos que apoyan públicamente el mito del fraude, están ganándole a candidatos que afirman que no hubo tal. La misma posible candidatura de Trump para la elección presidencial del 2024, todavía continúa vigente, con base en sus mentiras y la creencia en ellas de sus seguidores.
El Partido Republicano se encuentra en estos momentos como un rehén de toda esta estructura fundamentada en las mentiras de Trump, la verdad no le importa a sus seguidores, ¿está ocurriendo lo mismo aquí?
CONDUCTA INAPROPIADA
Todo esto matizaría la percepción respecto al origen temporal del fenómeno del racismo y la exclusión en la actual sociedad costarricense y, a propósito, suena también muy lógica, entonces, una advertencia según la cual no debemos engañarnos: el ascenso de Chaves se debe al despertar de pasiones profundas, atávicas, de nacionalismo y odio entre miles de costarricenses. Y han podido despertarse por la razón trágica no muy complicada de que esas pasiones siempre pueden resurgir en cualquier lugar del mundo, en cualquier momento.
Estas conductas, absolutamente inapropiadas en un hombre de Estado, que evidentemente en este caso Rodrigo Chaves no lo es, son precisamente las que delatan su bajo nivel de tolerancia, que se refleja en su impericia, su falta de tacto diplomático, y su actuación por impulsos y sin atender observaciones ni recomendaciones de nadie.
A la interpretación se llega, evidentemente, con solo observar su conducta, pues a Chaves le cuesta mucho trabajo y aparentemente se le vuelve tarea casi imposible, salirse de su “guión” personal, de su ego, aunque le hayan ayudado o tratado de ayudar, desde un principio, todos sus estrategas, facilitándole recursos retóricos que le simplifiquen la tarea de plantear sus argumentos de manera mnemotécnica, machacona, para ayudarle a mantenerse en sus posturas sin meterse en demasiadas complejidades.
Para finalizar, a este editor le resulta difícil comprender cómo, al grupo de periodistas que se han ubicado a sí mismos como seguidores de Chaves, les resulta difícil comprender, o no quieren hacerlo, que está en juego su propia profesión (la que escogieron por alguna razón claro está, vaya usted a saber cuál), aunque a varios de ellos les he leído y escuchado destacar su vocación por defender el derecho de todos los ciudadanos a ser informados objetivamente, la libertad de expresión y la libertad de prensa, que es lo que Chaves está poniendo en disputa, la intermediación democrática de la prensa entre los gobernantes y los gobernados.
Este papel de la prensa como Cuarto poder ha sido legitimado por varios siglos de existencia y funcionamiento práctico: no hay democracia si no hay una prensa libre –lo que ocurre en Nicaragua lo comprueba ¿o no?- el derecho a la información sobre cómo conducen el país aquellos que fueron electos y también los que no.
También sería bueno que el presidente del Colegio de Periodistas se enterara, a ver si se ubica, porque nos está demostrando que el periodismo para él es una gran interrogante, a la cual no le encuentra respuesta adecuada, y con ello viola la ley constitutiva de la corporación profesional, que establece la obligatoriedad de la organización de defender las Ciencias de la Comunicación Colectiva: “Tendrá los siguientes fines: Artículo 1-, inciso a, Respaldar y promover las ciencias de la comunicación colectiva; c) Apoyar, promover y estimular la cultura y toda actividad que tienda a la superación del pueblo de Costa Rica”.
El editor quiso conservar, hasta donde le fue posible, el texto original del estudio en que se basa este post, porque entrecomillarlo se convirtió en una tarea muy difícil, toda vez que desvirtuaba la comparación, porque analizar el papel de Donald Trump en la política de los Estados Unidos, su personalidad, sus recursos, su historia, etc., lo llevó a concluir que el Presidente Chaves es casi una fotocopia de este personaje o un imitador de sus actos, ojalá que las consecuencias no sean las mismas para Costa Rica y sus ciudadanos, como las que ha sufrido y parece seguirá padeciendo, la potencia del Norte.
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