*Detenciones arbitrarias, ataques sistemáticos a líderes sociales y religiosos, vandalismo, pobreza y desesperación se sufren actualmente en la hermana nación centroamericana
Redacción Visión CR
Con una superficie de 130.370 Km2. en la que radica una población de 6.702.379 personas, los habitantes de Nicaragua tienen un bajísimo nivel de vida en relación a los 196 países del ranking de Producto Interno Bruto (PIB) per cápita.
Es la economía número 134 por volumen de PIB. Su deuda pública en 2020 fue de 5.306 millones de euros, con un endeudamiento del 47,92% lo cual se traduce en una deuda individual de 817 € euros por habitante.
Según lo ha indicado reiteradamente el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que elabora las Naciones Unidas para medir el progreso de un país, lamentablemente los nicaragüenses tienen una muy mala calidad de vida y entre 180 países analizados, Nicaragua está entre los que muestran mayor corrupción del sector público.
En cuanto a los recientes actos gubernamentales que han deteriorado aún más la desgastada democracia que tanto les costó conseguir, en esta semana el organismo regulador de las telecomunicaciones de dicha nación canceló arbitrariamente las licencias de al menos una decena de medios de comunicación locales.
Los ataques sistemáticos contra la prensa, organizaciones e iglesias católicas y de denominaciones cristianas en general, se han recrudecido en los últimos días y se visibilizaron a partir del asedio constante a la curia en ciudades tales como Matagalpa. El Gobierno de Daniel Ortega cerró varios medios de comunicación católicos y privó de libertad a líderes religiosos, obligándoles a permanecer en sus iglesias, incluso sin electricidad.

Entre la violencia y destrozos perpetrados contra instalaciones religiosas, se encuentran los ataques a la Parroquia San José Obrero en la Colonia Primero de Mayo en Managua, donde dañaron los vitrales de la capilla del santísimo y de la parte derecha del templo. En la catedral de Managua, una explosión redujo a cenizas el más venerado símbolo de los católicos: la Sangre de Cristo.
Imágenes, altares, bancas, paredes y ventanales han sido objeto de daños severos. Pero lo más grave es la retención de líderes sociales y religiosos.
El régimen sandinista mantiene a más de 180 personas detenidas entre las cuales se encuentran periodistas, opositores políticos, clérigos y defensores de los Derechos Humanos que laboraban en ese país.
Entretanto, Daniel Ortega, cuyo gobierno tiene actualmente tensas relaciones con otros países de la región, ha declarado que rechaza el nombramiento del funcionario postulado a embajador de Estados Unidos, Hugo Rodríguez, quien causó la ira del presidente de Nicaragua al prometerle al Congreso norteamericano que, de ser aceptado en el cargo, presionaría por el retorno de la democracia a la nación centroamericana.
Tras la retención ilegal del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, uno de los más críticos a la gestión oficial, que ha sacudido a la opinión pública nacional e internacional, algunos han señalado que Ortega y su esposa Rosario, con la cual cogobierna, pretenden que Nicaragua “se convierta en un país sin Dios”.

Innumerables fotos y vídeos tomadas por pobladores de distintas localidades de dicho país dan cuenta de los actos vandálicos, irrespeto, amenazas y ataques a edificios, imágenes y representantes de la Iglesia Católica, especialmente. El siguiente enlace muestra una de estas acciones virulentas contra un sacerdote en plena misa:
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En medio de esta difícil coyuntura, paradójicamente con el voto a favor del presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves Robles, el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) nombró como secretario general a Werner Vargas, candidato presentado por la dictadura de Nicaragua.
De acuerdo con la publicación del medio nicaragüense El Confidencial, lamentablemente “ese fue el cuarto y logrado intento de la dictadura Ortega-Murillo de llenar el cargo que estaba vacante desde hace un año, debido a los reiterados intentos del régimen de torcer las normas del organismo y colocar fichas políticas, sin experiencia diplomática regional”.
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