Eduardo Amador Hernández, periodista.-
Creo que en su sano juicio nadie está en desacuerdo con que el presidente de la República se rodee de un equipo o escolta de seguridad. No estamos en los años 50 del siglo pasado cuando por ejemplo, un presidente, don Otilio Ulate se trasladaba en bicicleta por San José.
Yo vi a un vicepresidente de la República, don Jorge Manuel Dengo (periodo 1986-1990) que se trasladaba, desde su casa de habitación, lado sur de la escuela Roosevelt en San Pedro de Montes de Oca a pie hasta la Casa Presidencial en Zapote. Aproximadamente 1 km de distancia. Por cierto, él me pidió que no informara sobre su movimiento porque deseaba tener tranquilidad.

En una navidad entre 1986 y 1990, me encontré al presidente de ese entonces, Oscar Arias en la óptica Rivera, avenida central haciendo compras. No vi seguridad alguna a su alrededor.

Acompañé en giras a Daniel Oduber, Rodrigo Carazo, Luis Alberto Monge y a Óscar Arias y si había seguridad, pero no era evidente. Me imagino que lo mismo ocurrió con los otros mandatarios que los siguieron. Esos tiempos bucólicos pasaron a la historia.
Es cierto, las cosas han cambiado dramáticamente. La criminalidad, gracias al crimen organizado, ha tomado niveles insospechados y los riesgos son muchos. Cada día hay dos o tres asesinatos y no dudo que el presidente Chaves haya recibido amenazas de muerte.

Sin embargo, lo observado durante la gira a la zona sur me parece que es tremendamente exagerado y no va acorde con la civilidad de la que nos vanagloriamos. Nunca en la historia reciente, del 48 para acá y me imagino que para atrás, ningún mandatario tuvo una escolta como la que, perplejos miramos a través de las redes sociales y medios de comunicación.
En contraste, en esos días, coincidentemente, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden visitó a un país en guerra como lo es Ucrania. Estoy seguro que los cuerpos de seguridad estadounidenses midieron absolutamente todo y permitieron que Biden visitara ese país.
Está claro que la seguridad operó. Posiblemente la capital ucraniana estaba tomada por los cuerpos de seguridad de Estados Unidos, pero no vimos una sola pistola, una sola ametralladora.
Creo que el presidente Chaves y sus asesores en seguridad se equivocaron al cambiar la metodología del trabajo de sus escoltas. En Costa Rica no habíamos observado nunca ese despliegue y desplante de seguridad y por eso, la repulsa que provocó en muchos sectores tiene sentido, pese a lo que piensa un sector que ve en el jefe de estado a un casi Dios.
El presidente debe tomar en cuenta que, en términos generales, en el país hay un rechazo muy fuerte contra el militarismo como consecuencia de la supresión del ejército. Diría, que por dicha, nos han educado así y eso lo hemos agradecido toda la vida.

Somos un país civilista y no se si don Rodrigo, por haber vivido tanto tiempo fuera del país, ha olvidado lo que es parte del ADN costarricense.
Ojalá que el buen tino prevalezca y que el mandatario tome en cuenta que se puede andar seguro sin que necesariamente se den los desplantes de seguridad como los vistos en los últimos días. La imagen internacional del país así lo demanda pues Costa Rica ha sido vendida al mundo, desde el punto de vista turístico, como un rincón de paz, sin ejército y que no desea el militarismo.
*Tampoco es de agrado la seguridad armada, pero nunca como ahora, hemos enfrentado la delincuencia del narcotráfico y menos en poder de unos cuantos políticos de la zona sur, que fue donde tomaron las fotos en cuestión, ni se habían dado las amenazas de muerte, a quienes están tomando medidas contra esos delincuentes, que además están cometiendo asesinatos día a día, sin que los hayan podido controlar.*
Mientras no tengamos un poco más de organización y se hayan dado casos de control, prefiero que se evidencien esas desagradables imágenes, a tener que lamentar un incidente mayor.