Visión CR

Director del programa Estado de la Nación afirma que el país está entrampado

De forma clara y precisa, con información de primera mano, recabada desde 1994, Jorge Vargas Cullell, director del Programa Estado de la Nación, afirma que el país está entrampado.

Eduardo Amador y Fernando Fernández, Visión CR.-

“Yo creo que el diagnóstico del país está bastante claro y lo hemos ido precisando ya no en las grandes líneas, sino en incluso en detalle territorial, que pasa en la región tal, en el municipio tal, en ese nivel de granularidad lo tenemos.

Con el Poder Judicial  ha habido un diálogo muy difícil, pero  diálogo al fin.

Creo que el diagnóstico ha podido ser mucho más preciso,  tanto en los temas como en los territorios y creo que nos revela que nos encontramos en un país que está entrampado. La verdad es una generación que logra solo resolver muy parcialmente ciertos temas del desarrollo humano, pero que en el balance no lo está logrando”, especificó el investigador.

Jorge Vargas Cullell concedió una entrevista a visión-cr.com, donde analizó la aplicación de los diagnósticos que a lo largo de 28 años ha elaborado el informe sobre el Estado de la Nación.

Desde 1994, el Estado de la Nación recoge información, la sistematiza y suministra a la ciudadanía; constituye la mejor radiografía de la situación del país en cada período estudiado. Es un insumo básico para orientar y evaluar los procesos decisorios en materia de política pública en los distintos campos del acontecer nacional.

“Creo,  comentó Vargas Cullell, que estamos en un punto donde si no actuamos con reformas profundas en favor del bienestar de las mayorías, los contemporáneos vamos a comprometer el futuro de este país, pensando en lo que tiene que ver con nuestra decisión, porque hay otras cosas que comprometen el futuro donde tenemos muy poca  influencia, como son los   temas globales como la crisis climática y otros.

Para Jorge Vargas “estamos en un punto donde si no actuamos con reformas profundas en favor del bienestar de las mayorías, los contemporáneos vamos a comprometer el futuro de este país”.

“Pero en lo que corresponde a nosotros, ciertamente, hace rato estamos con  un país amarrado, entrampado, en donde seguir haciendo lo mismo es un tremendo error porque las condiciones del contexto han variado completamente”, comentó.

Sobre las recomendaciones que han formulado a lo largo de todos estos años, Vargas Cullell dijo que han encontrado que en todos los gobiernos hay sectores más abiertos, más dispuestos a entrar en un diálogo, incluso en el actual, pero hay otros que son “como hablarle a  una tapia”.

Tengo claro, advirtió, que varía mucho dentro de un mismo gobierno, en general la apertura que hay y eso depende mucho de los jerarcas y la calidad técnica; entre más malo sea el jerarca y más floja la calidad técnica de la burocracia, más cerrado es a cualquier recomendación o sugerencia.

El diálogo con los gobiernos de turno y diversos sectores ha sido provechoso; pero con unos se ha conversado más que con otros.

– ¿Concretamente en qué campos o temas es en los que usted ha podido detectar ciertos avances y en cuales la trampa se ve más evidente?

-Yo diría que hay algunas áreas donde hemos tenido un diálogo muy rico y muy interesante, como  por ejemplo con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos que ha permitido precisar la manera en que Costa Rica se registran las cosas; creo que con los diversos jerarcas que  han estado a cargo de la política social selectiva, que es aquella que es más focalizada, por ejemplo, la que hacen el  IMAS, así como Asignaciones Familiares, ha habido un diálogo muy interesante.

Me parece que con la gente Comex – Procomer, existe también un intercambio de  información y nosotros tenemos cosas que a ellos les sirve mucho y realmente la aprovechan.

El núcleo de comercio exterior es una  las áreas donde más fluida es la conversación, no es porque nosotros estemos  de acuerdo y ellos estén de acuerdo con lo que nosotros hacemos.

-¿Ha habido mejor respuesta?

-Indudablemente y les  han encontrado un uso a muchas cosas lo que hacemos; diría que con el Poder Judicial  ha habido un diálogo muy difícil, pero  diálogo al fin, sobre todo porque ellos nos pidieron a nosotros una práctica inusual, que era una evaluación externa  sobre cómo funciona, que ha sido un dolor de cabeza, porque una cosa es pedirle y otra cosa es aceptarlo. Pero  por lo menos ahí ha habido, en cosas puntuales, posibilidades.

Hay  en otras áreas que ha sido muy difícil como  en la parte infraestructura. Ahí la cosa no penetra. En  educación ha sido muy interesante; en general el diálogo  ha sido muy amplio y diverso, pero también muy fluctuante. El Ministerio de Educación Pública es un monstruo de mil cabezas y depende con quién usted hable puede tener una mayor o menor apertura y por supuesto también la jerarca.

En la parte infraestructura, ahí la cosa no penetra.

Con el Estado de Educación, en general hemos tenido una buena entrada y en algunos casos hemos podido incidir y en otros no.

Diría, que  dentro de un gobierno siempre habrá  actitudes  muy diversas a lo que el Estado de  la Nación tiene que decir; en términos generales todo mundo toma nota, pero no todos están dispuestos a entrar  a decir bueno, pero y cómo esto puede variar nuestra política, o eso que usted está diciendo y me suena, o cómo lo podríamos hacer.

Desde ese ounto de vista, la información nuestra ha ayudado a ser más eficiente, a ser  más con menos, pero por supuesto hay un tono general y si la cabeza del presidente tiene una actitud más dialogante, es más sencillo, si la cabeza es más cerrada y hay muchos funcionarios  caen en esa  línea, entonces estamos siempre en eso y hay otra regularidad.

Hay un patrón, en el primer año los gobiernos dicen ah qué bueno es el Estado de Nación, ¡qué maravilla! y todo porque el Estado Nacional está fundamentalmente evaluando el año anterior y los primeros meses del primer año de ellos y entonces ellos dicen bueno, muy bien.

La cosa se pone muy peliaguda en el segundo y tercer año y en el cuarto, cuando están pensando en su legado, es el año en donde  sacan los guantes de boxeo, eso es eso es un patrón y es siempre ha sido así, por supuesto matizado por la actitud que tenga en general la cabeza del gobierno.
Pero hay que decir que ha sidoun diálogo que, con los años, ha sidoproductivo y por lo menos no hemos tenido un gobierno que yo puedo decir que haya sido impenetrable como un muro. Ha habido un juego de complejidades y de diversas actitudes.

– ¿Ahora, por qué estamos entrampados?

-Vamos a partir  de una premisa: todo país nunca va a llegar, nunca va a estar a la altura de la promesa, ni los Estados Unidos ni la Unión Europea siempre va a haber una diferencia entre por ejemplo, lo que está plasmado en el texto constitucional que son las reglas de juego de nuestra convivencia, lo que hemos aceptado, normas y además como una aspiración para convivir entre lo que es el texto constitucional y lo que es la realidad.

Cuando decimos que estamos entrampados es porque Costa Rica no ha logrado resolver una serie de tensiones fundamentales que la están dejando muy vulnerable y expuesta y que de no resolverse,  nuestros hijos y nietos van a vivir bastante peor que nosotros.

– ¿Qué es esto de tensiones?

– Lo explico. La primera tensión es en el terreno económico. Hace 40 años Costa Rica apostó por una estrategia de apertura hacia las exportaciones, por la atracción de capital, sobre todo el externo, en crear una economía dinámica, moderna y esa apuesta se cumplió.

Hoy, Costa Rica tiene una economía mucho más diversa, más rica que hace 40 años. Si  a nosotros nos hubiera pegado la pandemia con la economía que teníamos en los 80 estaríamos fritos.

Tenemos  una economía más resiliente, más diversa, exportamos una gran cantidad de productos a un montón de países, hemos logrado  que este sector sea vibrante, moderno, crece  la productividad muy rápidamente.

Hoy en día exportamos una gran cantidad de productos a un montón de países.

Pero esta apuesta tenía un punto ciego medular y es que se creyó que esa locomotora iba a jalar los otros vagones, que  la apertura del comercio internacional iba a generar un movimiento interno en el cual se iban a derramar los beneficios y todos iban a estar beneficiados, de alguna manera lo que decían, cuando llega la marea todos los botes, las lanchitas y los yates todos se van para arriba. Eso fue un supuesto falso.

Se dejó totalmente abandonada las conexiones entre el  sector más moderno que se estaba creando y el sector más tradicional, fundamentalmente orientado al mercado interno o al centroamericano; no se trabajaron las articulaciones y se abandonó toda la política productiva desde el Estado para fomentar a la agricultura, no de exportación, maíz, frijoles horticultura, el comercio local  e industria local.

La tensión viene en haber sido tremendamente exitosos y haber abandonado a todos estos sectores de la economía más tradicional, que es donde la mayoría de la gente es empleada.

-¿Y esto qué trajo copo consecuencia?

Que crreamos un aparato económico con una dualidad estructural muy grande,  con diferenciales de productividad cada vez mayores y detrás o delante de ellos viene que cuando crece esta productividad crecen los ingresos y se paga más a la gente,  pero si la productividad está estancada y no se mueve,  esos ingresos no se van a mover o incluso se van a deteriorar;  el problema, es que en la  economía moderna estaba entre el 22% y el  25% de la fuerza de trabajo;  el resto estaba ubicado dentro de la economía tradicional.

La tensión viene en la parte económica, en que la locomotora partió sin los vagones y se creía que  estaban enganchados. Este diagnóstico lo  hicimos ya en el 2015 en el vigésimo informe.

En el terreno social hicimos otra apuesta como país,  no es que alguien lo decidió, pero lo fuimos decidiendo entre pleitos,  entre conflictos,  decisiones del Congreso y es que después de la crisis de 80,  volvimos a expandir la inversión social y el punto alto y de inversión per cápita nos costó mucho volverlo a recobrar, nos  costó como unos 20 años, pero Costa Rica, después de ese hiato empezó  realmente a recuperar la inversión y a subir la inversión en los niveles más altos históricos.

Se  hicieron avances como garantizar constitucionalmente los fondos  para educación, fortalecer el fondo de  Asignaciones Familiares. La puesta fue la de que por medio de una ampliación de la inversión social íbamos a lograr la disminución de la pobreza y sobre todo trabajar en bajar  la desigualdad.

Por un buen rato logramos cumplir la de reducir la pobreza, pero en los últimos años se nos está deteriorando la inversión social.

¿Cuál es la tensión en este caso? Es que si la economía estaba generando esas desigualdades, creímos que era un tema de llegar con la educación. Pero no, con la educación eso se puede lograr a largo plazo. El problema es qué se hace  con la gente que no tiene trabajo, porque es una economía que   no está generando trabajo.

Entonces, invertimos más en educación y salud y en el problema fundamental que era y es, el empleo,  no hicimos nada.  Costa Rica no ha tenido una política de empleo agresiva, robusta, ha tenido programitas, pero esa bisagra que era clave, el supuesto de que la inversión social  iba a revivir los muertos que producía la economía, eso no ocurría y no ocurre en un país donde el 80% del ingreso de la familia sale del mercado de trabajo.

Vargas Cullell señala que las políticas para fomentar el empleo han sido muy pobres e inefectivas.

Por ello, le encargamos a la política social  hacer lo imposible, la pobreza no es, como dice la gente, un problema de la política social. Por supuesto, mejor política social, se  administra mejor, puede ayudar a gente que está por debajo a sostenerse, pero el problema fundamental de la pobreza y de la equidad, es que si usted no genera es simplemente un tema de empleo y  de ingresos y para eso no tuvimos respuesta. Entonces, ¿dónde estuvo la tensión? Que invertimos más, pero se nos olvidó que el  eslabón perdido, que era fundamental, era la política de empleo y en eso no hicimos nada.

-Y se nos vino la pandemia…

-Bueno, mi análisis es más de largo plazo para decir que estamos entrampados, encima cayó la pandemia que explota las vulnerabilidades.

Pero también tenemos tensión en lo ambiental. Dijimos vamos hacer de Costa Rica un país líder ambiental, en conservación y lo logramos; o sea, el reconocimiento internacional de Costa Rica, como un líder ambiental es muy grande, nuestra marca exposición es muy grande. Derivamos frutos de inversión porque la gente viene en busca del turismo. ¿Cuál fue el supuesto erróneo? Que creímos que a punta de políticas de conservación, nos íbamos a hacer un país más sostenible y no tocamos, por ejemplo, la matriz energética, dependemos como nunca del petróleo; no hicimos nada en la parte fuera de parques nacionales y áreas protegidas, en materia de ordenamiento territorial creamos fragilidades muy grandes, infraestructuras muy vulnerables, vean los casos de la ruta  27 así comola ruta a Limón.

Se crearon infraestructuras muy vulnerables.

La Comisión Económica para América Latina (Cepal) hace muchos años, había calculado que Costa Rica perdía entre uno y dos puntos anualmente de crecimiento económico por los desastres construidos. Entonces, la tensión, se dice que  como somos conservacionistas, estamos creando una sociedad más sostenible, con agricultura más sostenible.

Por ejemplo, en  el último censo agropecuario, las prácticas ambientales en el sector agrícolas son pocas e  insuficientes  para decir que tenemos  un sector agrícola ambientalmente sostenible, al contrario con prácticas muy fregadas.

Creímos que la conservación nos llevaba al paraíso y no tocamos las variables medulares que  tienen que ver con la sostenibilidad, que es qué se hace  fuera de las zonas protegidas donde vive la gente, las fuentes de energía  que es básicamente sucia y el tema de las prácticas que se usan en la producción que son altamente contaminantes.

Esto ha generado un territorio tan pequeño, grandes presiones sobre las  áreas protegidas, pero también sobre la salud y el bienestar de la población.

Y también tenemos la tensión política. Fuimos  perfeccionando  la democracia, nunca hemos sido más ciudadanos que ahora, nunca hemos tenido más derechos, los derechos que estaban escritos en la Constitución y las leyes hace 40 años son mucho menos los que se han reconocido,

Esto es que desde el punto de vista de la base de derechos ciudadanos se amplió y desde el punto de vista de  las obligaciones del Estado que están escritas, ahora tiene que haber un 8% a la educación, un tanto por ciento para el fondo de Asignaciones Familiares, es mucho más ampliahoy y robusta que hace 30 años.

Se creó la Sala Constitucional, los tribunales y se robusteció la Contraloría.

Pero no solo creamos eso. También creamos instituciones que andan vigilando. Cuando empezaba  a trabajar, los jerarcas públicos decían a las personas, “no les gustó, póngame  un juicio” y nadie hacía nada, porque ganarle al Estado era muy difícil, ganar el Estado es hoy  facilísimo porque creamos la Sala Constitucional, tribunales, robustecimos la Contraloría y otras entidades.

Tenemos más derechos, más obligaciones del Estado para la ciudadanía, creamos las agencias para tutelar  derechos.  Quién iba a decir una Sala Constitucional que ve 20   mil  y pico de casos al año.

Creímos que eso iba a llevarnos a una mejor democracia, pero hicimos dos cosas que conspiraron profundamente contra esto:  uno, es que no entendimos que todo derecho es también un presupuesto y una capacidad institucional.

Si todos tenemos derecho a un ambiente sano, ese derecho tiene que ser tutelado y tiene que ser cumplido, a dónde está la institución y los presupuestos para hacerlo.

El Congreso sobre todo y los partidos empezaron a decir derecho, derecho, derecho, derecho y nunca modificaron la fiscalidad, porque hay una fiscalidad para un Estado constitucional de avanzada; un derecho sin presupuesto y sin capacidad institucional es un besito tirado, entonces se  empezaron a legislar derechos y derechos y crear una democracia institucional y constitucionalmente más fuerte, por decirlo así, el estado constitucional avanzó de manera muy progresiva, pero la fiscalidad no la tocamos, al contrario, áreas claves del Estado perdieron capacidad de acción, debilitamos instituciones, así hicimos un movimiento absolutamente opuesto mientras aquí creamos un Estado constitucional avanzado con más derechos para la población,  más medios de exigencia. Por otro lado creamos un Estado menos capaz para actuar, no tocamos la fiscalidad,  no tocamos la eficiencia del gasto y sobre eso se montó una estructura estatal de una enorme complejidad.

El diálogo democrático se ha ido resquebrajando.

Entonces la tensión ¿qué fue?  Que al final la democracia no son solo derechos y libertades, es un mecanismo de gobierno para cumplir con esos derechos en primer lugar y esa parte del mecanismo de Gobierno se rompió, lo debilitamos y hoy en día esa es la gran discusión.

Introdujimos un estrés sistémico en el sentido que dijimos: Bueno, teníamos 50 derechos, ahora tenemos 200, pero la plata ahora alcanza para 25 por decirlo así.

Y obviamente la gente dice vea, me pudo haber dado  o no ese derecho, pero si usted me lo dio, yo lo exijo.

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