Visión CR

Edwin Cantillo y su trazo hacia lo ignoto y misterioso

En la sección de Cultura y Sociedad de Visión CR, para cerrar el mes, hemos decidido realizar esta nota recordando al pintor Edwin Cantillo Castro, fallecido un 2 de febrero, hace ya 14 años.

Adriana Núñez, periodista Visión CR

Bohemio, en ocasiones silencioso y adusto; en otras, expresivo y radiante; impactaba con su férrea personalidad, su voz profunda y una mirada de águila que penetraba suavemente el corazón de sus amigos y duramente el de los que consideraba “inoportunos” o extraños.

En las montañas de San Ramón de Tres Ríos, rodeadas de arbustos, mantuvo por lago tiempo el pintor Edwin Cantillo su casa y su estudio, ambas edificaciones visitadas frecuentemente por pintores más jóvenes, ávidos de conocimientos, y también por amigos o “discípulos” errantes y despreocupados, libres como el viento, con quienes discutía sobre el arte y los profundos secretos del espíritu humano; el mismo espíritu que se enfiestaba a pequeños sorbos, mientras cubierto de colores, con su infaltable gorra, le permitía rendir jornadas extenuantes buscando perfección en el lienzo.

Cantillo, como le llamábamos simplemente, nació con el extenso nombre de Edwin Manuel Ramón Cantillo Castro, el 14 de setiembre de 1939 en el cantón central de Limón. Hijo de Socorro Castro Mora y de Edwin Cantillo Castro -su mismo nombre- falleció en el hospital Max Peralta el 2 de febrero de 2009 a los 69 años.

En su juventud había cursado estudios de dibujo arquitectónico. Pero más allá de los trazos, el tiempo laborado como “psico metrista” en el Hospital Psiquiátrico Chapuí, era un tema recurrente en sus conversaciones, pues las experiencias vividas como parte de su oficio, lo habían enfrentado al dolor, a las miradas ausentes, los gritos y las laceraciones mentales y espirituales de muchas personas. Y por ello sintió siempre un profundo interés por los misterios del alma humana y los hilos invisibles que mueven voluntades y emociones.

Tanto mis padres como mis hermanos y yo -sus vecinos temporales- formamos con Cantillo y familia un vínculo profundo que sobrevivió a lo largo de los años y a pesar de la distancia, sobre todo porque con él pulió mi hermano Orlando, una de sus vocaciones artísticas más sobresalientes -además de la música- a través de la cual daba rienda suelta a su prolífica imaginación y talento natural.

Mi hermano Orlando (izquierda) y Edwin Cantillo (derecha) en la casa del pintor en Cartago, en 2005.

Un “Atelier” de experiencias

En el enorme salón que se anunciaba afuera de forma refinada con un cartel que decía “Atelier”, repleto de cuadros, brochas, alfombras y libros, tuvimos la oportunidad de conocer a muchos destacados pintores como Otto Apuy, Gerardo González y Antonio Chinchilla (1950-2020), este último su discípulo más asiduo en esa época, hasta que dejó el “nido” para irse a México con una beca, donde tengo entendido, creció enormemente como artista.

En esos años, alrededor de 1976, fines de los setenta e inicio de la década de los 80, yo estaba en la universidad, estudiando por un lado periodismo, carrera que he ejercido desde los 17 años, y por el otro, Bellas Artes, mi única ruta inconclusa.

Cantillo nos tomó muchísimo cariño; en especial a mi madre y hermano Orly. Siendo la única mujer entre dos varones, a petición de mis familiares, incluso quiso realizar -para regalárnoslo con motivo de mi cumpleaños- un cuadro para el cual posé un par de veces con un largo vestido rojo y la abundante cabellera suelta; pero fui una modelo inconstante y el óleo se secó antes de alcanzar un buen término. Recuerdo que tanto el autor como mi madre se enojaron muchísimo conmigo; hoy lamento no haber colaborado más, pues tendría en mi poder un hermoso recuerdo del apreciado pintor.

Edwin Cantillo tuvo varios hijos y dos matrimonios. El primero, con Margarita Rodríguez Alvarado, josefina, con quien estuvo casado de 1961 a 1972.

Cuadro de la colección privada de O. Núñez. En la esquina inferior derecha, la imagen del pintor Edwin Cantillo, autor de la obra, pequeña y ensimismada frente al escenario geométrico del Universo… (Foto Leonor Núñez)

Pero cuando lo conocimos, ya vivía con su compañera de entonces, Yolanda Mendoza Hernández, con quien un tiempo después contrajo nupcias, en junio de 1982. De esa unión nacieron varios vástagos, al menos dos de ellos con enorme talento para la pintura. Yolanda, una bella mujer de origen indígena, hija de un cacique, conservó la mayor parte de la obra de Edwin, a pesar de su divorcio en el año 2000.

Con el tiempo, casi todos los miembros de mi familia se trasladaron a residir a los Estados Unidos pero mantuvieron el contacto tanto con Cantillo como con su segunda compañera.

Años finales…

Tras separarse de su esposa Yolanda y después de abandonar San Ramón de Tres Ríos, el pintor recaló en una pequeña casa en Cartago. Nuestro último encuentro fue en 2005 cuando mi mamá, mi hermano Orly y su esposa Leonor, vinieron de paseo a Costa Rica.

Sin tener claras las señas, los conduje con cierta dificultad al nuevo hogar multicolor de Cantillo, donde sostuvo una larga plática con mi hermano, a quien quería muchísimo. Creo que esa fue la última vez que disfrutamos con él de una amena velada en la que conversamos sobre nuestros caminos y repasamos sus obras más recientes.

Después de “los ensayos” de los primeros años dedicado totalmente a la pintura, Edwin se fue inclinando cada vez más por las imágenes geométricas, abstractas, que junto con símbolos estelares -la luna especialmente- constituían escenarios estrechamente ligados a lo que él en un par de ocasiones describió como “la búsqueda del Ser Supremo, del origen y de la fuerza”. A su manera, Cantillo se fue transformando en un ser más pacífico, maestro en la aceptación de las grandes emociones de la vida: dolor, pasión, apego y desapego… Pero sus vicios mundanos: fumaba mucho y con la misma intensidad ingería licor, minaron su organismo hasta convertirlo en una figura enjuta, a la que ya le costaba levantarse del suelo donde durante largas horas, se sentaba a pintar y a conversar.

La búsqueda del Ser Supremo, de los hilos que conducen al espíritu a manifestarse a través de los actos y las emociones, fueron temas recurrentes en las obras del pintor Edwin Cantillo.

En el cuadro de la fotografía, la imagen del Cristo crucificado, en medio de cuatro paisajes -como cuatro puntos cardinales- nos habla sobre las incógnitas que el pintor intentó desmenuzar a través de sus creaciones, al tiempo que identificaba sus propios pensamientos.

(Foto de Leonor Núñez; obra de Cantillo que pertenece a la colección privada de la familia)

Quienes le conocimos en la intimidad del hogar y del estudio, aún podemos escuchar su voz ronca, pausada, elegante y vislumbrar sus ojos vivaces y su risa de dientes torcidos, saludándonos con inmensa alegría al vernos llegar.

A estas alturas, me cuesta comprender cómo no se han hecho más exhibiciones de sus cuadros, más foros y charlas, en las cuales participen los pintores que le sobreviven, en cuyas trayectorias -para bien o para mal- puso Cantillo al menos un pequeño grano de arena.

Tengo en mente una actividad que se efectuó en abril del 2021 y que constituyó un esfuerzo importante por traer a Cantillo y su obra a la palestra pública. Fue una mesa redonda donde se habló sobre su vida y legado, en la cual participaron Otto Apuy, Álvaro Bracci, el gran poeta Alfonso Chase y el colega y crítico de arte Juan Carlos Flores, además de algunos familiares y allegados.

Numerosos cuadros de Cantillo han sido adquiridos por extranjeros y desconozco cuántas de sus obras aún permanecen en posesión de su familia. No obstante, considero que los principales salones costarricenses -Museo de Arte, de Diseño Contemporáneo, renombradas galerías e incluso el Museo Nacional- deberían realizar un recorrido más extenso sobre la obra del recordado amigo y destacado artista Edwin Cantillo y permitir que las nuevas generaciones lo puedan conocer y apreciar en toda la extensión de su enorme talento.

“La pintura es poesía muda; la poesía pintura ciega” (Leonardo Da Vinci)

2 comments

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: