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Alquileres: negocio lucrativo para los que más tienen

Aunque en el presente año sigue vigente el tope del 2% en el aumento de los precios de alquileres conforme al Índice de Precios al Consumidor (IPC) y el arrendador no podrá revisar la renta por encima de ese porcentaje, ya de por sí el monto que paga una mayoría de nuevos arrendatarios, es realmente incongruente con el total de sus ingresos.

Miles de costarricenses se ven en la obligación de alquilar casa o apartamento no sólo porque el nivel de sus entradas económicas no da para solicitar un préstamo y adquirir casa propia, sino también porque no poseen terrenos que respalden los créditos; por otra parte, los famosos bonos de vivienda no siempre se otorgan a los que más los necesitan y por el contrario, muchos han quedado en manos de personas que solapadamente les dan usos distintos.

Abundan los casos de jóvenes ejecutivos y profesionales que recién comienzan a formar una familia y que tampoco pueden acceder a empréstitos que no los terminen ahogando. También son frecuentes los ejemplos de aquellas personas que -con los cambios constantes del dólar- no alcanzan a cubrir las altísimas mensualidades si piden el empréstito en esa moneda, pues aunque en Costa Rica los precios se calculan -y se cobran- en billetes estadounidenses, los salarios se pagan en colones y éstos generalmente no alcanzan para cubrir todas las necesidades familiares, en un país que se ha vuelto uno de los más caros de América Latina e incluso supera en carestía a naciones europeas como España.

Los expertos en temas sociales son claros al hablan de la “salud residencial” de un país la cual entre sus puntos determinantes, debe incluir las condiciones de acceso que atañe a todos los aspectos económicos que tienen que ver con la vivienda familiar.

Lamentablemente, ya en este primer trimestre del año, se anuncia con bombos y platillos que los alquileres aumentarán. Y aunque inquilinos y propietarios pueden llegar a un acuerdo, personas que perdieron sus propiedades o que deben rentar un techo por primera vez, no encuentran opciones viables que les permitan optar por una vivienda digna en cuyo espacio se puedan alojar cómodamente, en el caso de tener hijos o adultos mayores con ellos.

La situación de muchas madres cabeza de familia que no tienen hogar debido a los embates de la naturaleza, incendios y otras tragedias, es realmente precaria en estos momentos, pues el Estado ha reducido drásticamente el apoyo social. El peligro de terminar hacinados bajo cuatro latas de zinc, en zonas de alto riesgo o en la calle, está latente para quienes no pueden costear mensualmente una alternativa de vivienda y entorno adecuados y seguros.

Los precios que exhiben la mayoría de las casas y apartamentos -sea para venta o alquiler- son extremadamente altos pues los fijan agencias que buscan obsesivamente los dólares de extranjeros que vienen al país a descansar o a retirarse, pero no están al alcance de la prácticamente extinta clase media nacional y mucho menos de quienes viven en condiciones económicas más estrechas.

Por supuesto el negocio de alquilar es apetecible para inversionistas extranjeros o aquellos nacionales muy solventes que construyan torres o nuevas urbanizaciones -aunque algunas despierten dudas sobre la transparencia del capital invertido- pues podrían tener una alta rentabilidad anual en dólares.

Una vez más se evidencia que quienes más tienen más ganan, protegidos por un estado cada vez menos solidario con los que realmente lo necesitan. El desequilibrio que existe en el plano económico en Costa Rica, no solo en el tema de los alquileres sino en muchos otros aspectos, no hará más que ampliar la brecha social, condenar a un mayor número a las calles y alimentar la violencia y el resentimiento. Una situación sobre la que todos deben tomar conciencia antes de que las aguas se rebalsen.

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